DÍA DEL EJÉRCITO MEXICANO

Día del Ejército Mexicano: Todo sobre el debate de la militarización del país y qué significa

Para comenzar el debate sobre la militarización en México, primero hay que revisar el desarrollo histórico de las Fuerzas Armadas y analizar las relaciones civiles-militares

NACIONAL

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Todo sobre el debate de la militarización del México. Foto: CuartoscuroCréditos: Cuartoscuro

En el marco del Día del Ejército Mexicano, existen pocas instituciones tan importantes y al mismo tiempo y sorprendentemente, tan poco estudiadas como lo ha sido ésta. Sin duda, esta situación ha provocado que ciertas posturas sobre las Fuerzas Armadas se basen más en la coyuntura, en una valoración del presente inmediato, que en un análisis de larga duración fundamentado. El ejemplo más claro es el actual debate sobre la “militarización" en México.

Para entender este debate, además de seguir las tres escuelas académicas de relaciones civiles-militares (Huntington, Janowitz y Cohen), se debe comenzar por el desarrollo histórico. Y es que podría decirse que desde 1821 al presente, México pasó de ser un país gobernado por caudillos y caciques militares, a uno gobernado por instituciones. Por ello, se decía coloquialmente que el último escalafón del ejército no era el de general de división, sino el de Presidente de México. Pero ¿cómo ocurrió esta desmilitarización del Estado?

Tomemos como referencia el Día del Ejército Mexicano, donde se conmemora el nacimiento del Ejército constitucionalista y la lealtad mostrada en 1913 hacia el presidente durante la Decena Trágica. Ahí, un grupo de militares de alto rango confabulados por el embajador estadounidense Henry Lane Wilson, arrestaron y eventualmente asesinaron al presidente Francisco I. Madero. Esta traición de buena parte del Ejército federal (herencia de la Reforma y el Porfiriato) hacia el presidente, generó el nacimiento de un nuevo ejército nacional, de origen popular, bajo una diferente dinámica civil-militar.

Por ello, uno de los principales retos fue crear un ejército profesional que fuera institucionalmente leal al Estado, es decir, hacia la investidura presidencial y que no dependiera de las relaciones personales. Esto resultó titánico y requirió de décadas. Las diversas facciones revolucionarias eran quienes realmente tenían el control político y recurrían a levantamientos armados según sus intereses. Así, ocurrieron constantes rebeliones militares donde destacan la de Agua Prieta (1920), la Delahuertista (1923) y la Escobarista (1929). En cada una de éstas, la legalidad constitucional quedó en segundo plano frente al poder de las armas.

Por ello, es tan relevante el proceso de institucionalización y profesionalización del ejército que comenzó en 1924, seguido por las reformas de 1933 de Lázaro Cárdenas y culminó con la creación de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) en 1937. Esto permitió que los civiles tomaran el control del Estado y el ejército estuviera bajo control de mandos profesionales, y se rompiera con las antiguas camarillas militares. También, se implementaron cambios internos como la Intendencia y la inspección general que evitaron la malversación de fondos y la deslealtad, así como un sistema de promoción y jerarquía basado en méritos profesionales.

Esta desmilitarización puede analizarse también en la drástica reducción de su presupuesto. Así, mientras que en 1917, el 70 por ciento del presupuesto federal se destinaba al ejército, gracias a este proceso, se redujo drásticamente a 14 por ciento a mediados de 1940. En la actualidad, el cambio es aún mayor pues el presupuesto de la SEDENA oscila entre el 0.4 y 0.6 por ciento del Producto Interno Bruto, siendo uno de los más bajos del mundo.

De igual forma, esta supremacía del poder civil se reflejó en la disminución del porcentaje de militares dentro del propio gobierno federal. También, esta es una de las razones por las que México desarrolló un ejército diferente, de carácter popular, en comparación con otras naciones latinoamericanas donde ocurrieron golpes de Estado y dictaduras militares durante la segunda mitad del siglo XX.

Así, a pesar de la falta de serio debate sobre “militarización”, lo que es evidente es que la supremacía civil no está comprometida y que no existen argumentos históricos para concluir que los intereses militares doblegan a los civiles; sino todo lo contrario. El reto es estrechar los lazos civiles-militares para reducir la desinformación e incrementar la colaboración con la sociedad civil. Porque, parafraseando a uno de mis alumnos, ¿Cómo queremos entendernos, si ni siquiera nos hablamos?

Por: Daniel C. Santander, Maestro en Estrategia y Seguridad Aplicadas por la Universidad de Exeter. Profesor de la UNAM y la Universidad Anáhuac. @dc_santander