La justicia dijo que fue un suicidio, pero a María Fernanda Rico Vargas la asesinaron. El 18 de abril de 2014 la abatieron a golpes y colgaron su cuerpo del techo, en Ecatepec, Estado de México, en el sitio que por meses había sido su hogar. Han pasado más de seis años desde su muerte, pero su homicidio aún no es calificado como feminicidio y el asesino está suelto.
Con 25 años, María Fernanda era una mujer muy trabajadora que soñaba con superarse día tras día. Era una chica muy ocurrente y bromista, así la describe Silvia Vargas, su madre. La joven era muy dicharachera y sociable; le gustaba bailar, era sencilla y compartida. También era muy antojada, comía de todo, su platillo favorito: verdolagas con espinazo; su música favorita, el rock y las canciones de Celso Piña.
Acogida en el seno de una familia unida y cariñosa, Mafer -como le decían de cariño- es la hija más chica de tres hermanos; la más grande falleció años atrás a causa de una enfermedad terminal, con ella tenía muchas cosas en común, entre ellas, el maquillaje, la cosmética y el cuidado personal.
Mientras cursaba la preparatoria, Mafer decidió salirse de estudiar y comenzar su vida profesional, esto porque su anhelo y el de su hermano mayor, era que sus padres, de edad avanzada y quienes se habían esforzado toda su vida para darle lo mejor a sus tres hijos, ya no trabajaran más y pudieran descansar.
Maquillista apasionada
Su pasión: el maquillaje. Practicando con su hermana, María Fernanda se dio cuenta que tenía un talento indiscutible para esta actividad y sacar el lado más bello de las personas. Su pasatiempo favorito la llevó a conseguir un buen empleo como maquillista de una reconocida marca de cosméticos, el cual conservaba y disfrutaba hasta el día de su muerte.
El maquillaje era lo que más gozaba; se capacitó con cursos de belleza y tutoriales que le ayudaron a crecer profesionalmente en su trabajo. Era tan buena que realizó diferentes viajes por parte de la empresa. Su mayor sueño era comprar una casa, que sus papás ya no trabajaran, viajar y conocer muchos lugares como profesional.
Escucha aquí la historia de María Fernanda
Una relación de violencia
Meses antes de su asesinato, Mafer conoció a la que sería su pareja sentimental. Ella trabajaban en parque Lindavista y su pareja en un mercado sobre ruedas.
Comenzaron una relación con ella, la familia de la joven la acogió en su casa y la recibió con los brazos abiertos que hasta vivió un tiempo con ellos y fue invitada a pasar las fiestas de Navidad.
Inmersa en una relación de violencia, en enero de 2014, Fer se mudó con esta persona para tratar de iniciar una historia. Su pareja le propuso irse a vivir con ella con argumentos como “nunca nos vemos y por eso discutimos mucho”.
La joven maquillista pagaba todo: las rentas del departamento en Ecatepec, Estado de México, el gas, la luz y el teléfono; compró una cama, una pantalla y adecuó la casa para que fuera habitable. Incluso le daba dinero para pagar los pasajes de transporte público y comida. Su pareja dejó de trabajar y Mafer accedió a apoyarla económicamente para que pudiera estudiar.
Fue a partir de que la apasionada maquillista comenzó a salir con esta persona, que su forma de ser cambió por completo. María Fernanda dejó de ser esa mujer dicharachera y bromista que alegraba el día de quienes la rodeaban; estaba todo el tiempo enojada, ya casi no veía ni hablaba con sus padres y cuando lo hacía, era rápido, con miedo y temerosa de que no fuera vista.
El calvario en Viernes Santo
Era 17 de abril de 2014, Jueves Santo; esa mañana, mientras doña Silvia se encontraba en casa tomando una taza de café, Mafer llegó a darle la noticia de que había terminado con su pareja de una vez por todas, luego de dos meses de violencia física, psicológica y económica. Aquel día, madre e hija hablaron por horas, rieron, lloraron y se abrazaron.
María Fernanda llegó a casa con algunas de sus cosas y maletas, lista para regresar con sus papás y su hermano y ya nunca más vivir una situación de abuso. Pero al día siguiente, ella debía regresar a aquel departamento donde sufrió tanto para terminar de sacar todas sus pertenencias y lo que ella había comprado.
Aquel jueves en la noche, Fer salió a festejar que su relación de violencia había acabado para siempre. Le dijo a sus padres que si no llegaba a dormir, estaría en casa de alguna de sus amistades y que se verían al día siguiente.
Amaneció el Viernes Santo y comenzó el calvario. La joven de 25 años se comunicó con sus padres por la mañana, “se oía rara, como si se acabara de despertar”, platica doña Silvia- pero les dijo que estaba bien y que llegaría después de almorzar para posteriormente, con ayuda de su papá, sacar el resto de sus cosas del departamento.
Pero ya no se supo más de María Fernanda… pasaban las horas y no había señales de ella; no recibía los mensajes ni las llamadas, su teléfono estaba muerto.
Un asesinato disfrazado de suicidio
Alrededor de las siete de la noche del 18 de abril, lo padres de Mafer recibieron la llamada de un hombre desde el teléfono de la joven maquillista.
“Su hija tuvo un accidente. No podemos dar más información, debe presentarse en el Ministerio Público de San Agustín, Acuña”, esto en el municipio mexiquense de Ecatepec.
Los Rico Vargas realmente pensaron que su hija menor había tenido un accidente. Tomaron lo que pudieron, chamarras y papel de baño, se dirigieron al lugar que les había indicado el hombre de la llamada.
A María Fernanda Rico Vargas, de 25 años, la encontraron colgada, atada del cuello con un cinturón, en el que fue el departamento donde había vivido una relación violenta con su expareja. Dejaron la ventana y las cortinas abiertas para que los vecinos pudieran percatarse del cuerpo de la joven y denunciarlo a las autoridades.
Los padres de la joven llegaron a reconocer el cuerpo de su hija al Ministerio Público y las autoridades les dijeron que se había suicidado.
“No fue así. A mi hija la asesinaron y eso lo sabemos desde un principio”, afirma con certeza doña Silvia, quien denuncia que desde el primer día, han sido tratados con humillación, indiferencia, burlas y sarcasmo por el Ministerio Público y las autoridades responsables.
Corrupción en el caso de Mafer
El Domingo de Resurrección de 2014 sepultaron a María Fernanda. Sus padres, al ver el cuerpo de su hija, se dieron cuenta que tenía marcas de violencia en las manos y brazos, señas de defensa propia; además de golpes en la cara. Tomaron fotografías de las lesiones provocadas por un tercero, pero el MP no se las quiso recibir.
La carpeta de investigación estaba mal hecha e incompleta y no se la quisieron proporcionar a la familia; había inconsistencias en el expediente y en las declaraciones. Dijeron que María Fernanda había muerto alcoholizada y que se había drogado con diclofenaco, pero en el examen toxicológico no salió nada; la joven estaba limpia.
Los resultados de la autopsia no registraron las señas de violencia en el cuerpo, a pesar de que sus padres le habían tomado fotografías a las lesiones.
El cinturón con el que colgaron a Mafer desapareció y nunca fue investigado; a ella la elevaron a 1.75 metros del suelo, pero la joven tenía una altura de 1.70... Las autoridades perdieron toda la cadena de custodia y las pertenencias de la víctima nunca le fueron entregadas a la familia.
Con certeza absoluta y sin temor a equivocarse, doña Silvia Vargas afirma que existen las pruebas suficientes para determinar que no fue un suicidio; hay inconsistencias en las declaraciones de la gente que encontró a Mafer e incluso de la expareja.
Además, previo a que los papás de Fer llegaran al Ministerio Público, dos hombres desconocidos ya habían reclamado el cuerpo de la víctima, pero esa no fue razón suficiente para que las autoridades sospecharan de un asesinato.
Exhumación del cuerpo
No hay dolor más grande para una madre que enterrar a sus hijos, pero enterrarlos dos veces es aún peor…
El 14 de marzo de 2017, a casi tres años de su muerte, el cuerpo de María Fernanda Rico Vargas fue exhumado y estudiado por peritos independientes que determinaron que la joven fue brutalmente golpeada antes de su asesinato; a la maquillista de 25 años primero la mataron y luego la colgaron para simular un suicidio.
Todo lo que se ha hecho en el feminicidio de mi hija es porque yo lo he buscado”.
Actualmente, el expediente de Mafer se encuentra en la Fiscalía Especializada en Feminicidios en Barrientos, pero a seis años de su muerte, aún no ha sido calificado como feminicidio.
La investigación avanza lento. El caso de Fer continúa, pero no con la ayuda de las autoridades; la familia Rico Vargas es apoyada por un grupo de abogados que han logrado pasos significativos y han hecho lo que en seis años no pudieron hacer las fiscalías.
“Son seis años en los que no se hizo nada, pero estamos trabajando muy duro para abrirle camino a la justicia”, comparte doña Silvia, quien declara firmemente que mientras siga la corrupción en los ministerios públicos y las fiscalías, no se logrará nada.
En tanto, la expareja de María Fernanda no ha sido investigada… ha ido a declarar cuatro veces, pero las cuatro declaraciones son diferentes; se contradicen…
Esta historia cuenta con la autorización de las víctimas indirectas.
Por: María José Serrano Carbajal
Edición: Paola Sánchez Castro
Diseño: Ana Navarro e Ingrid Almaraz
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