El Papa Francisco, durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro retomó su ciclo de catequesis dedicada a la vejez, expresando a través del Segundo Mandamiento que es el de “honrar a tu padre y a tu madre” que también los ancianos tienen que ser dignificados “no solo en lo material, sino también con el amor, con la cercanía y con la escucha”.
“Este mandamiento no se refiere solamente a los padres biológicos, sino al respeto y el cuidado que se debe procurar a las generaciones que nos preceden, es decir, a todas las personas mayores. Además, consideremos que no se trata sólo de honrar a los ancianos cubriendo sus necesidades materiales sino, sobre todo, de honrarlos, de dignificarlos con el amor, con la cercanía y con la escucha”, dijo.
Ante una plaza de San Pedro a la que acudieron miles de fieles para escuchar el mensaje del Papa, subrayó que las personas mayores no son “material de descarte”.
“Muchas veces, lamentablemente, los ancianos son objeto de burlas, incomprensiones y desprecios. Incluso, llegan a ser víctimas de la violencia, pues se los considera material de descarte. Por eso es importante que transmitamos a las jóvenes generaciones que el amor a la vida hay que manifestarlo siempre, en todas sus etapas, desde la concepción hasta su fin natural e incluye de modo especial honrar la vida vivida por nuestros mayores y honrarla con ternura y con respeto”.
El Obispo de Roma da un consejo a los padres de que acerquen a sus hijos con sus abuelos, que compartan un tiempo con ellos. “Me permito aconsejar a los padres: por favor, acerquen a sus hijos, a los niños, a los hijos jóvenes a los ancianos, acérquenlos siempre. Y cuando el anciano esté enfermo, un poco fuera de sí, acérquenlos siempre a él. Que sepan que esta es nuestra carne, que esto es lo que ha hecho posible que estemos aquí ahora. Por favor, no alejar a los ancianos. Y si no hay más remedio que enviarlos a una residencia de ancianos, por favor, visítenlos y lleven a los niños a verlos.
El Papa Francisco concluiría su catequesis que el cuidado de un anciano es una cuestión de honor. “Y esto de cuidar a los ancianos no es una cuestión de cosméticos y de cirugía plástica. Más bien es una cuestión de honor, que debe transformar la educación de los jóvenes respecto a la vida y a sus fases”, abundó.
“El amor por lo humano que nos es común, incluido el honor por la vida vivida, no es una cuestión para los ancianos. Más bien, es una ambición que iluminará a la juventud que hereda sus mejores cualidades. La sabiduría del espíritu de Dios nos conceda abrir el horizonte de esta auténtica revolución cultural con la energía necesaria”.
Por Pablo Esparza / Vaticano
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