En el nuevo reporte sobre los países más felices del mundo, México ocupa la posición 36, un avance de 10 lugares con respecto a la lista del año pasado. Pero entre las 10 primeras naciones del listado, realizado por la empresa encuestadora Gallup, hay pocos cambios.
De acuerdo con el estudio, Finlandia es el país más feliz del mundo y eso se debe a una combinación de factores que hacen que sus ciudadanos estén más conformes con sus vidas y la forma en la que los estados les garantizan esa felicidad.
Apoyo social, buenos ingresos, un sistema de salud robusto, libertad en todos los sentidos, generosidad entre los ciudadanos y ausencia de corrupción son los ingredientes de la receta de la felicidad social, de acuerdo con los investigadores.
“El movimiento de la felicidad muestra que el bienestar no es una idea vaga o suave, sino que se enfoca en áreas de la vida de importancia crítica: condiciones materiales, salud física y mental, virtudes personales y buena ciudadanía.
"Necesitamos convertir esta sabiduría en resultados prácticos para obtener más paz, prosperidad, confianza, civilidad y, claro, felicidad, en nuestras sociedades”, señala el economista Jeffrey Sacks, quien es también director del Centro de Desarrollo Sustentable del Instituto de la Tierra.
Y aunque los gobiernos tienen mucho qué hacer en los campos de libertad, democracia y combate a la corrupción, son los contactos que los ciudadanos tienen día a día con sus pares los que impulsan o frenan los índices de felicidad en la gente.
“Por segundo año consecutivo, vemos que las variadas formas de bondad cotidiana, como ayudar a un extraño, donar a la caridad y hacer voluntariado, superan los índices de antes de la pandemia. Los actos de bondad demuestran que nos llevan a una mayor felicidad”, argumenta Lara Aknin, investigadora de la Universidad Simon Fraser
Países en guerra o que padecen regímenes totalitarios, como Afganistán, se encuentran en la parte baja de la encuesta, lo que demuestra que una sociedad cerrada es tierra poco fértil para el desarrollo de la felicidad.
“La meta de todos es tener una sociedad más feliz. Pero solo podemos tenerla si la gente comienza a hacer feliz a los demás y no solo a nosotros mismos. Es una meta inspiradora para nosotros como individuos e incluye la felicidad de las futuras generaciones y nuestra propia salud mental”, detalla Richard Layard, subdirector de la Escuela de Economía de Londres.
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