Hablar de dignos representantes de la música mexicana a nivel mundial, es necesario mencionar al “Rey del bolero ranchero”, claro nos referimos a Javier Solís, quien en pleno 2024 sigue estando en el gusto de todas las personas e incluso ha inspirado a muchos a comenzar una carrera en la música, y es que su voz ha trascendido por varias décadas.
Y es que, el 19 de abril de 1966, el mundo de la música mexicana se tiñó de luto. Javier Solís, una de las voces más emblemáticas del bolero ranchero, falleció a la edad de 34 años tras complicaciones derivadas de una cirugía de vesícula. A pesar de su corta vida, Solís dejó un legado imborrable con éxitos como “Sombras”, “Esclavo y amo” y “Llorarás”.
La trágica muerte de Javier Solís
Javier Solís había alcanzado la cima de la fama en tan solo una década, grabando cientos de canciones y protagonizando películas que lo consolidaron como uno de los artistas más queridos de México. Sin embargo, detrás de su éxito, se escondía un hombre que sufría dolores crónicos en el estómago, una afección que, debido a su apretada agenda, nunca trató de manera adecuada. Este descuido lo llevó finalmente a una operación de vesícula que, según las versiones oficiales, resultó fatal.
Desde hacía dos años antes de su muerte, Javier Solís experimentaba fuertes dolores estomacales. Sin embargo, su intensa agenda profesional, que incluía giras, grabaciones y películas, le impedía prestarle la atención médica adecuada.
Fue entonces que en abril de 1966, los dolores se volvieron insoportables, y fue internado en el Hospital Santelena de la Ciudad de México para ser sometido a una operación de vesícula. El procedimiento, aunque aparentemente exitoso, marcó el inicio de un desenlace trágico.
Tras la cirugía, el 18 de abril, Solís mostraba signos de recuperación, se cuenta que se le permitió incluso beber líquidos. Sin embargo, al día siguiente, en la madrugada del 19 de abril, el cantante falleció súbitamente. El médico que lo atendió, Francisco Zubiria, señaló que su muerte fue causada por una “descompensación vesicular”, supuestamente provocada por la ingesta de agua, algo que, según él, tenía prohibido.
A las 5:25 de la madrugada del 19 de abril de 1966, en la habitación 406 del Hospital Santelena, Javier Solís dio su último aliento. Según testigos, el cantante dijo unas últimas palabras antes de desvanecerse: “Ay, Dios mío” mencionó el cantante, y su corazón dejó de latir. La noticia de su muerte corrió rápidamente por todo el país, sumiendo a sus fans en una profunda tristeza.
¿Murió por tomar agua?
La explicación oficial de la muerte de Javier Solís ha alimentado el mito popular durante décadas. Según Zubiria, el cantante había tomado un vaso de agua tras la operación, lo cual habría provocado un fallo cardíaco. Sin embargo, esta versión fue puesta en duda por Blanca Estela Sáinz, la mujer con la que Solís compartió los últimos años de su vida. Blanca Estela afirmó que Solís ya había consumido líquidos días antes de su muerte sin presentar complicaciones.
El expediente médico del cantante desapareció misteriosamente, dejando muchas preguntas sin respuesta. ¿Realmente fue el vaso de agua lo que acabó con la vida de Javier Solís? ¿O hubo otros factores involucrados en su muerte? La falta de información y las inconsistencias en las versiones oficiales generaron dudas, y la muerte del “Rey del bolero ranchero” se convirtió en una leyenda envuelta en misterio.
Una voz que se sigue escuchando a casi 60 años de su muerte
Aunque su vida fue corta, Javier Solís dejó una huella indeleble en la música mexicana. Su legado, que aún hoy sigue vivo, es testimonio de su talento y de la intensidad con la que vivió cada uno de sus 34 años. Como él mismo predijo alguna vez, “no llegaré a viejo”, pero su música sigue resonando con la fuerza y el alma de un artista que vivió intensamente hasta el final.
A pesar de su trágico final, Javier Solís dejó un legado impresionante. En apenas nueve años de carrera, grabó más de 300 canciones y actuó en una docena de películas. Su voz, única y potente, conquistó no solo a México, sino también a otros países de Latinoamérica, como Colombia, donde sigue siendo recordado como uno de los grandes exponentes de la música ranchera.
El ascenso de Solís al estrellato no fue sencillo. Nacido en el barrio de Tacubaya, Ciudad de México, el 1 de septiembre de 1931, su nombre real era Gabriel Siria Levario. Criado por sus tíos, debido al abandono de su madre biológica, Solís comenzó a trabajar desde niño en diversos oficios, desde panadero hasta carnicero. Sin embargo, su pasión por la música lo llevó a los escenarios, primero en pequeños bares y restaurantes, y más tarde en los grandes teatros del país.
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