Manuel Medrano, el gran seductor colombiano, sube al escenario y sonríe ante el rugido de una audiencia joven que celebra su visita a la Ciudad de México. Ha recorrido ya Querétaro, Monterrey y pasará también por Guadalajara, Tijuana y Mexicali, como parte del tour "Eterno", nombre de su segundo y más reciente disco.
El concierto en el Pepsi Center lo abre con los temas de Eterno y el público ya corea cada canción, no podría ser de otra manera:
"Tengo que llegar a tiempo", el primer sencillo, lleva ya más de 2 millones de reproducciones en YouTube, cifra a la que hay que sumar los 4 millones de oyentes mensuales en plataformas como Spotify.
Medrano, el cantautor que comenzó a conquistar en redes sociales con la "Afuera del planeta", de su primer álbum homónimo, luce eufórico al escuchar el coro de miles de personas que cantan "Regresa por favor".
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El cantante, que ha obtenido tres nominaciones a los premios Grammy Latino, reconoce que entre todas esas voces predomina el timbre agudo y femenino, así que les dedica "Nenita", las chicas alzan las manos y contonean sus caderas al ritmo de esa balada que enarbola el amor romántico: "porque tú eres lo que siempre quise, solo tú tienes lo que soñé".
Y es que Medrano es el gran seductor, se contonea con su traje negro a rayas, provoca al mostrar sus hombros y brazos formados en el gimnasio y ríe al percibir la oxitocina de sus admiradoras que gritan al mirarlo. Agita su botella de agua y empieza un discurso desarticulado sobre la importancia de cuidarla, enseguida prefiere preguntar si alguien la quiere y la arroja complacido.ç
De a poco se acerca al proscenio para, desde allí, regalar piropos y lanzar besos. Sí, Medrano es el gran seductor. De a poco va regalando no solomente las canciones de Eterno, también las de su primer álbum con temas como "Donde nadie pueda ir" porque, dice, es una maravilla sentirse en el cielo, pero más ir a aquellos sitios en donde se encuentran las estrellas.
Con Paula Arenas canta "Puro sentimiento" y una versión deliciosa de "La mujer que bota fuego". Además, como tributo a México y para "roquear a fondo", que dice es casi como su segunda casa, canta "Oye, mi amor", el clásico de Maná. Las cabelleras se agitan y Medrano abre sus brazos en un vuelo que gira con el sonido de la guitarra de ese rock soft noventero.
Sus más grandes éxitos los reserva para el final, sonríe y abre sus brazos para dejarse abrazar por su audiencia que ha salido de las redes sociales para ir hasta este centro de espectáculos enclavado en la colonia Nápoles y dejarse encantar por sus estrategias de seducción.
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