"Déjenla pasar, déjenla pasar", gritan en el Patinadero. Se trata de una mujer con chaleco guinda y blusa del mismo color. Avanza con cabello relamido y con una cola de caballo. Un cúmulo de gente la rodea y estrechan de su mano, son los primeros de cientos que lo harán en su andar.
Es Claudia Sheinbaum, precandidata única a la Presidencia de la República, quien a las 11:35 horas ingresa a una valla para llegar al escenario que la espera para dar un discurso en su día 31 de precampaña.
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Mujeres la jalan del brazo izquierdo para que las salude. Ella cede. Se toman una foto y no la quieren soltar. Segundos después la dejan ir. Comienza a tomar ritmo mientras un villancico acompaña su caminar. De izquierda a derecha, derecha a izquierda. Mujeres, hombres, niños y niñas, la toman de las manos.
Fue en la temporada por la COVID-19 que esa costumbre milenaria se perdió. Por medidas sanitarias, el darse la mano, que es un símbolo de paz, se evitó. Se tenía la creencia que el virus se podía transmitir de mano en mano. A cuatro años del inicio de la pandemia, hay una realidad distinta en Tamaulipas, México y el mundo.
Sheinbaum suma más de 25 metros de recorrido y al menos ya le dio su mano derecha a más de 75 personas. Sigue en la misma dinámica, acompañada de una selfie. Desde el otro costado de la valla, las personas le estiran sus brazos y agitan sus manos. Quieren una foto. Ella se acerca. Levantan el cel y ven a la pantalla para la cámara frontal. Listo.
Pancartas de apoyo, en cartulinas, dan muestras del arropo en Ciudad Victoria, justo a unos metros del mítico estadio de los Correcaminos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
"Tamaulipas te da el corazón, Claudia"
Suman más de 150 personas con las que Sheinbaum ha dado un saludo de mano y falta más de la mitad del trayecto. Prosigue. "En salud segura #EsClaudia", dicen dos pancartas que sostienen dos hombres. Son parte del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social.
Quienes están lejos del filo de la valla se conforman con una foto o un video a distancia, pero ni ahogan el grito. "Claudia, Claudia, manda saludos, manda saludos". Sheinbaum se guía con la voz, pero no encuentra el celular para centrar el saludo y lo hace al aire.
Hay una pancarta que dice "Las personas con discapacidad no son invisibles". La precandidata se detiene. La lee. Posa para la foto con la mujer que sostiene el papel.
Llega al final de la valla para subir al escenario. Está adornado Al menos 18 piñatas, de todos tamaños, y 22 nochebuenas pequeñas. Un árbol navideño lleno de esferas rojas, verdes y blancas. También piñatas pequeñas penden de las puntas. Un moño blanco en la punta.
Claudia Sheinbaum ha estrechado 322 manos y al menos faltan siete más por las personas que la acompañan en el templete.
El presentador la anuncia en el sonido y una lluvia de papeles plateados, impulsados por un blastter, se esparce entre los asistentes.
Después de la participación de un liderazgo local, toma el micrófono. Suma 15 minutos con la palabra y una mujer la interrumpe: "Tamaulipas te da el corazón, Claudia".
La precandidata se sumó a las festividades en Tamaulipas
Agradece el gesto y responde. "Muchas gracias, yo le doy mi corazón a Tamaulipas". Los aplausos del público le ponen freno por unos segundos a su discurso. Uno a uno, van subiendo adultos mayores al escenario. Portan una cuera tamaulipeca, una chamarra color marrón con barbas en los brazos y en el pecho, así como detalles en tonos blancos sobre los hombros.
Traen un moño rojo y una camisa blanca debajo de la cuera. Se esparcen detrás de la precandidata. Son ya 30 minutos de discurso y prepara su cierre: "las mujeres pueden ser lo que quieran ser". Remata. Saluda al público. No ha acabado el acto. Los adultos mayores se le acercan a Sheinbaum, la van a acompañar a cantar el villancico.
Arranca la pista mientras la precandidata los abraza. "Asómate a la ventana, verás al niño en la cuna", cantan los presentes. Concluyen. Sigue el turno de la piñata. El listón que la sostiene comienza a estirarse para que disminuya su altura.
Un grupo de niños se forma en el escenario. A un pequeño le dan un palo, adornado con papel crepe, y da los primeros golpes. Ocho palazos y el que sigue. Mezclan niñas y niños para repartir los turnos. Pasan. La piñata, sin picos, cae al suelo. La golpean ahí mismo. Deciden poner orden. Sheinbaum se acerca para tomarla y desde lo alto esparcir los dulces.
Estira los brazos y los agita con lo que queda de la piñata. En el suelo, los pequeños y pequeñas recogen la recompensa. Unos se llevan más que otros. También les entregan pelotas de colores y bolsitas con chicharrones, chocolates, paletas y dulces de tamarindo.
Termina el acto protocolario y Sheinbaum se enfila a su vehículo. La cuenta de 329 manos estrechadas se eleva con la multitud que la espera a su salida y la cuenta se pierde.
srgc