Bebé reno (Baby Reindeer) arranca su primer episodio con una escena: Donny (Richard Gadd) acude a la estación de policía para reportar que una mujer lo está acosando desde hace seis meses: va a su casa y a su trabajo, y le envía correos electrónicos “todo el tiempo”. El oficial le pide pruebas de sus dichos y le muestra uno de esos mensajes: “acabo de comer un huevo”. La afirmación, estima el uniformado, no es amenazante, pero ante la desesperación del denunciante, tiene una pregunta: ¿por qué no la denunció antes?
La respuesta es desmenuzada a lo largo de siete episodios por Gadd, protagonista y guionista de la serie que estrenó Netflix el pasado 11 de abril, basada en un espectáculo unipersonal del propio Gadd y en hechos reales que le ocurrieron también a Gadd. De hecho, ese correo electrónico es uno de los 40 mil que recibió entre 2015 y 2017.
Tras su exitoso estreno se han dedicado una gran cantidad de textos que van de la crítica al análisis psicológico de los personajes. En redes sociales se desató una intensa búsqueda para dar con la identidad de los personajes con los que Donny interactúa. Hace unos días, una mujer brindó entrevistas a la prensa británica asegurando ser la acosadora de Gadd y amenazó con demandar a los creadores.
Más allá del poder del cintillo “basado en hechos reales” que produce un morbo genuino, la trama se ha expandido por su cruda franqueza, por presentar una radiografía del daño, del dolor y de la empatía. Donny es el contador de su propia historia y nos advierte que la primera vez que vio entrar a Martha (una espléndida Jessica Gunning) al bar en el que trabaja, sintió “lástima”. Y no sólo eso, nos advierte que sentir lástima por una persona es un sentimiento arrogante y condescendiente.
Y es que Martha está ahí sentada, titiritando con nerviosismo y Donny le ofrece una taza de té. Ella levanta la mirada del piso y en un chasquido se "enamoró" porque la vio: validó su existencia completa con un gesto de cortesía. Martha ya era Martha, no sólo un ente habitando un cuerpo. Pero Bebé reno no es sólo la historia de un hombre acosado por una mujer rota, es la historia de un comediante que lleva en la boca el sabor amargo del fracaso, intenta ser exitoso, pero sobre todo ser visto y que alguien valide su existencia. Ambos están rotos porque alguien los rompió.
Y hay algo más: esta vez es un hombre el que tiene que responder a la pregunta que le han hecho a muchísimas mujeres que acuden a la policía para denunciar una violencia: ¿por qué tardó tanto en denunciar? Quizá porque cuando alguien te destruye el ser primero hace falta ir a buscar todas las piezas que se desperdigaron por todas partes de manera salvaje, y porque, tal vez, la reconstrucción nunca se completa, y siempre habrá de quedar un fragmento perdido que nos hace sentir lástima por alguien, “ese sentimiento arrogante y condescendiente”.
Por Alida Piñon
EEZ