En 2006, mientras Patricia Rosas Lopátegui (Tuxpan, 1954) trabajaba reuniendo los poemas de Elena Garro, escuchó por primera vez “La joven sentada”. “Ese poema, Helenita Paz me lo leyó por teléfono, porque así nos comunicábamos, vía telefónica. (Su madre) lo escribió en 1986, en la época del exilio en París, sin embargo, es un poema que habla de su vida de recién casada con Octavio Paz, en casa de su suegra, de Josefa Lozano”.
“Fue muy interesante lo que me comentó. Me dijo: ‘mira, este poema, mi mamá así se sentía, así se quedó como la Isabel de “Los recuerdos del porvenir”, desde que se casó con mi papá, se quedó sentada’. Ya no pudo hacer todos sus proyectos que tenía como bailarina, como actriz de teatro, sus incursiones en el cine, todo lo que ella había hecho antes del matrimonio. Entonces se quedó sentada”, cuenta la investigadora.
Ocho años después de la fallida publicación de “Cristales de tiempo”, recopilación de poemas que fue retirada del mercado tras una demanda del sobrino de Elena Garro, Jesús Garro Velázquez, Rosas Lopátegui vuelve a la carga y entrega “A mi sustituta en el tiempo” (Gedisa, 2024), en el que reúne los versos escritos por la escritora poblana a lo largo de su “azarosa existencia”, junto a un texto de María Luisa Mendoza y “un epistolario inédito” de Garro, que conecta sus versos con algunos protagonistas de su vida.
“La mujer sentada”, cuenta, “es una novedad en esta edición que hemos llamado enriquecida”. El volumen, en realidad, incluye todo el corpus poético que se conservó de la autora y que la investigadora divide por décadas: “Según reportes de Paco Guerrero Garro, hijo de Devaki (hermana mayor de Elena Garro), su tía Elena y su mamá, que eran inseparables de niñas, de jóvenes, siempre escribieron ambas poesía desde muy pequeñitas, entonces Elena Garro escribió siempre poesía, como más adelante escribió siempre cuentos y novelas, pero la poesía fue el primer género que abordó, lo primero que escribió”.
Sin embargo, el poema más antiguo que se consigna en el libro es de 1947, cuando la escritora aún vivía con Octavio Paz y su hija “La Chatita” en París. “Es un corpus que va de 1947, hay poemas escritos en los años 50, pocos poemas en los 60, poemas de los 70 y 80, escritos en Madrid, ya en el exilio, y el último poema es de 1989, es decir, ya en los 90 no hay poemas. Podemos decir que son cinco décadas”.
Más allá de la aciaga biografía de Elena Garro, cuenta, su poesía sobresale por su carácter intimista. “Nace de la vivencia, de la entraña. Elena Garro fue una creadora que siguió, por un lado, la filosofía de Ortega y Gasset, a quien ella admiró enormemente, o de creadores como Dostoyevsky, como Balzac, que decían que la novela o la obra literaria es vida y que lo que no es vivencia es academia”.
“Su poesía, como toda su obra, es autobiográfica, es una poesía intimista, vivencial, pero al mismo tiempo es una poesía muy vanguardista, porque Elena conocía a los grandes poetas del siglo de oro español y de toda la poesía española, de los románticos alemanes, de los ingleses, y las vanguardias europeas de los años 20, 30, 40. Sus poemas son muy surrealistas, con imágenes oníricas, con mucha simbología del inconsciente, algunos poemas de escritura automática”, opina.
El poemario ha sido dividido en cinco apartados temáticos: en el primero, "La infancia en la memoria", se concentran los poemas de recuperación de la infancia con poemas dedicados a su padre, a sus hermanas, a los recuerdos en Iguala; la segunda parte es "Horror y angustia en la celda del matrimonio", donde se revela la sociedad patriarcal y la opresión en la que vive la mujer, concretamente en el el matrimonio con Octavio Paz.
Otro apartado es "A mi sustituta en el tiempo", donde Garro expresa sus preocupaciones políticas y critica a los dictadores, aborda temas históricos y se preocupa por el mundo; la cuarta parte está integrada por los poemas que le dedica a Adolfo Bioy Casares con versos de amor y desamor; el último es "La poética del exilio" e incluye los últimos poemas, escritos entre Madrid y París.
Con “A mi sustituta en el tiempo”, pondera Rosas Lopátegui, se salda una deuda que dejó a Elena Garro “completamente fuera” de la poética mexicana del siglo XX. “Imagínate que Octavio Paz le dijo a Elena Garro que podía darse a conocer como dramaturga, de hecho así sucedió a finales de los 50, como novelista publicó “Los recuerdos del provenir”, después sus cuentos, pero le dijo que la poesía era su terreno y que ahí ella no podía incursionar, por eso Elena nunca pudo publicar su poesía en vida”.
- -EL volumen editado por Gedisa cuenta con edición, estudio preliminar y notas de Patricia Rosas Lopátegui
- -En el libro se incluye una serie de fotografías que dan cuenta de las diferentes etapas de la poeta
- -También se incluye un inventario de los poemas y tres poemas de Helena Paz Garro dedicados a su madre
PAL