Las Águilas recuperan la sonrisa en su territorio, después de caer en la pasada Liguilla, en manos del Guadalajara ante su gente Aunque no hay medicina para la felicidad, América cerró por completo la herida de la eliminación que Chivas le abrió la Liguilla pasada. Si bien no fue una venganza, la goleada azulcrema 4-0 en el Clásico de México fue más que una inyección de alegría.
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El humo de los fuegos artificiales, y la constante lluvia, enmarcaron una zona de guerra, ante un Estadio Azteca lleno. El arranque lo comandó Guadalajara, con más posesión de ocasiones de peligro, misma que se aplacó con el gol de Brian Rodríguez (21’). En ningún momento la visita pudo igualar la velocidad con la jugó su archirrival y eso lo pagaron caro a la postre.
El Rebaño fue sacudido, se llenó de errores y desapareció su media cancha. Se ocuparon más de Julián Quiñones, anulado por Jesús Orozco Chiquete para frenar en cinco su seguidilla de partidos con gol o asistencia. Pero a quien descuidaron los tapatíos fue a Diego Valdés, que se llevó un doblete (36’ y 65’), para llegar a tres tantos en los clásicos contra los rojiblancos.
La zona más endeble de los azulcremas, la defensa, presentó una central inédita, con el debut de Igor Lichnovsky, junto a Ramón Juárez, quienes apenas sufrieron con el gol anulado a Ricardo Marín por fuera de juego (48’). Los espacios que dejaron los dirigidos por Veljko Paunovic, permitieron a los de Coapa volver a imprimir velocidad en otra descolgada que también terminó en gol, esta vez de Alejandro Zendejas (78’). El estadounidense también llegó a tres celebraciones en un Clásico Nacional.
Jardine, presente y enérgico en la banca, sigue sin perder ante Chivas, al que enfrentó por cuarta ocasión, con dos victorias y dos empates. Además, sumó su segundo clásico ganado con las Águilas, tras imponerse la jornada pasada al Cruz Azul (3-1).
Chivas, por su parte, hilvanó su tercera derrota consecutiva y de a poco pierde el gas con el que incluso llegó a ser líder del Apertura 2023. Poco mostró de aquel equipo que avanzó en semifinales en el Coloso de Santa Úrsula y fue subcampeón después. Con el resultado, se encendieron alertas en el redil.
Malos ratos vivió América tras el descalabro en semifinales: cambio de técnico, dudas, lesiones y un inicio de torneo con titubeos. A cuatro meses de distancia, la deuda con su gente se saldó. Ganarle al acérrimo rival por goleada sanó cualquier herida.
