Christian Benítez tuvo dos amores: el futbol y su familia, que formó con Liseth Chalá, a quien conoció al inicio de su carrera. Hasta su último día, hace 10 años, Chucho tuvo cerca a su esposa y al balón.
El 29 de julio de 2013, la noticia de la muerte del ecuatoriano por una peritonitis agravada, conmocionó a México, país que había dejado pocos días antes para terminar su ciclo en el América.
“Al equipo que iba lo daba todo; disfrutaba, era su pasión. Era feliz”, contó su exesposa. Por su parte, Miguel Herrera, su DT en las Águilas, lo definió como un “extraordinario jugador y muy trabajador. Determinante, positivo, buen hombre”.
Entre sus defectos, tuvo virtudes.
“Lo único que me quejaba de él era que siempre llegaba a entrenar sobre la hora, pero era de los últimos que se iba, practicaba muy bien”, dijo.
Su exesposa recordó las últimas horas de Chucho.
“Ese día jugó. Cuando regresó, fuimos a cenar. En la mañana empezó a sentirse mal. Fue lo más angustiante de mi vida”.
A una década de su adiós, su hijo, Cristiano, de 14 años, sigue sus pasos como delantero, en las fuerzas básicas del América.
“Le veo muchas cosas de su papá. Sólo que mi hijo es más alto, pero parece su doble", relató Chalá.
La naciente carrera de su descendiente no aparta a la mujer de la pelota, con la que compartió el amor de Benítez.
“Al inicio fue duro volver al estadio. Cuando voy, me lleno de sentimiento. Le diría que lo extrañamos. No creo que mi corazón lo deje”.
POR FRANCISCO DOMÍNGUEZ
MAAZ