A Cuauhtémoc Blanco le gusta bailar dentro y fuera de la cancha. Es de pasos hábiles con las salsas, y fintas rítmicas con la pelota. Hace un lustro se echó su última pieza como futbolista profesional, y partió siendo el prototipo del talento de barrio que maravilla por su osadía con el balón.
Ya pasaron cinco años de ese último partido ante el extinto Morelia. Jugó con el atípico número 100 en la espalda, inició de titular portando la capitanía, y 36 minutos después salió de cambio para cerrar el libro de su vida como jugador.
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Asistieron más de 67 mil espectadores al Estadio Azteca. El Temo aún recuerda ese grito de gol ahogado que pegó en el larguero tras clarear al portero Carlos Rodríguez. Después los asistentes se pusieron de pie y despidieron al máximo exponente del americanismo y la picardía dentro del futbol mexicano.
Sus primeras cascaritas se las echó en la colonia Tlatilco, en Azcapotzalco, pero su astucia con la pelota la desarrolló creciendo en el Barrio Bravo de Tepito en el seno de una familia humilde.
Tras una visoría fallida para llegar al América, pues lo pusieron de defensa, regresó a Coapa ya como canterano. En 1992, de la mano del técnico Miguel Ángel El Zurdo López, debutó como profesional. Disputó 28 minutos contra el León y llevó en la espalda el número 37.
Después de esto se escribe la historia de uno de los mejores futbolistas en la historia del país. Se convirtió en el segundo máximo anotador de las Águilas, con 152 tantos, y el tercero de la Selección Nacional, con 38.
Conquistó cinco títulos con clubes de Primera División, dos con equipos del Ascenso y tres con el Tricolor, con el cual inventó la denominada cuauhteminha y se le recuerdan bellos goles ante Brasil y Bélgica.
Su último partido ocurrió el sábado 5 de marzo. Ya como presidente municipal de Cuernavaca, fue registrado “conforme a los lineamientos del Reglamento de Competencia por el club América para participar únicamente en el partido de la Jornada 9”, explicó la Liga MX.
En el transcurso de esa semana entrenó con el equipo, como un futbolista más, para estar en las mejores condiciones, pues ya tenía 43 años. La despedida inició a las 17:00 horas con los azulcremas de Ignacio Ambriz enfrentando al Morelia.
Blanco mantuvo su picardía hasta el final, hizo una cuauhteminha, bailó dos-tres veces con el esférico, y puso un disparo en el poste.
Antes de la pandemia, al actual gobernador del estado de Morelos aún se le veía derrochar magia en los juegos de exhibición de leyendas. Aún después del retiro, los aficionados disfrutan de él. Todavía se lo imaginan bailando con el balón y festejando con la Temo Señal.
Por J. Alexis Hernández
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