ERNEST HEMINGWAY

La ocasión en que Charles Bukowski se burló de Ernest Hemingway por su gusto por el boxeo

Además de Bukowski, Woody Allen también escribió un cuento basado en Hemingway y su afición

CULTURA

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El irónico cuento fue publicado por Charles Bukowski
El irónico cuento fue publicado por Charles Bukowski Créditos: Especial

Charles Bukowski escribió el cuento irónico "Clase" sobre el escritor norteamericano y premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway y su afición por el boxeo .

Entre sus aficiones se encontraba la caza, los toros y en primer lugar el boxeo, incluso el autor de "La Naranja Mecánica", Anthony Burgess lo recuerda como un hombre que solía retar a todo el mundo al ring de box.

Hemingway era un hombre alto, apuesto y robusto, una vez vez en un barco rumbo a Europa, se le ocurrió organizar una pelea de exhibición para apoyar económicamente a una mujer que había sido abandonada por su pareja.

En el cuento, Bukowski narra su enfrentamiento pugilístico contra Hemingway.

Charles Bukowski escribió novelas, cuentos y más que marcaron una tendencia hasta nuestros días. | FOTO: Especial

Clase de Charles Bukowski

"No estoy muy seguro del lugar. Algún sitio al Noroeste de California. Hemingway acababa de terminar una novela, había llegado de Europa o de no sé dónde, y ahora estaba en el ring pegándose con un tipo" así comienza el cuento de Bukoswki.

En la narración, explica que nadie veía Hemingway, sólo hablaban entre sí y se reían. "Yo observaba a Ernie. Tenía atrapado a su hombre, y estaba jugando con él. Se le cruzaba, bailaba, le daba vueltas, lo mareaba. Entonces lo tumbó. La gente miró. Su oponente logró levantarse al contar ocho. Hem se le acercó, se paró delante de él, escupió su protector bucal, soltó una carcajada, y volteó a su oponente de un puñetazo".

Posteriormente, le pidió pelear con él, a lo que Ernest se negó, por lo que lo siguió hasta que recibió un sí por respuesta:

"-Bueno, deja que te vende las manos.

-Nada de vendas.

-¿Nada de vendas?

-Nada de vendas.

-¿Y qué tal un protector para la boca?

-Nada de protectores.

-¿Y vas a pelear en zapatos?

-Voy a pelear en zapatos.

Encendí un puro y salimos afuera. Bajé tranquilamente hacia el ring fumando mi puro. Hemingway volvió a subir al ring y ellos le colocaron los guantes."

Así comenzó la pelea: "Hem se vino hacia mí, me lanzó dos ganchos cortos, y falló ambos golpes. Mis pies eran rápidos. Bailaba en un continuo vaivén, me movía, entraba, salía, a pequeños saltos, tap tap tap tap tap, cinco veloces golpes de izquierda en la nariz de Papá. Divisé a una chica en la fila frontal de butacas, una cosa muy bonita, me quedé mirándola y entonces Hem me lanzó un directo de derecha que me aplastó el cigarro en la boca. Sentí cómo me quemaba los labios y la mejilla; me sacudí la ceniza, escupí los restos del puro y le pegué un gancho en el estómago a Ernie. Él respondió con un derechazo corto, y me pegó con la izquierda en la oreja. Esquivó mi derecha y con una fuerte volea me lanzó contra las cuerdas. Justo al tiempo de sonar la campana me tumbó son un sólido derechazo a la barbilla. Me levanté y me fui hasta mi rincón."

Luego de otro asalto, logró ganarle a Hemingway quien cayó hacia adelante, sin sentido y ya frío. "Desaté mis guantes con los dientes, me los saqué, y salté fuera del ring. Caminé hacia mi vestuario; es decir, el vestuario del señor Hemingway, y me di una ducha. Bebí una botella de cerveza, encendí un puro y me senté en el borde de la mesa de masajes. Entraron a Ernie y lo tendieron en otra mesa. Seguía sin sentido".

Ernest Hemingway decidió terminar con su vida tras sufrir complicaciones de salud y alcoholismo. | FOTO: Especial

"Toda la gente se acercó. A Ernie lo abandonaron. Pobre Ernie. Todo el mundo se puso a mi alrededor. También las mujeres. Estaba rodeado de ladrillos por todas partes menos por una. Sí, una verdadera hoguera de clase me estaba mirando de arriba a abajo. Parecía una dama de la alta sociedad, rica, educada, de todo -bonito cuerpo, bonita cara, bonitas ropas, todas esas cosas-. Y clase, verdaderos rayos de clase"

Posteriormente, conoció a un crítico del New York Times a quien le compartió sus relatos para leerlos, luego el escritor terminó yéndose con la dama a quien se refirió como "la estrella".

A la mañana siguiente los despertó el teléfono, era el crítico quien le dijo: "Leí sus historias. Estaba tan excitado que no he podido dormir en toda la noche. ¡Es usted seguramente el mayor genio de la década!" posteriormente, el escritor aceptó los halagos y las ofertas para que sus historias sean publicadas.

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