ARTE CONTRA EL ABUSO

El arte de Joaquín Segura contra la violencia del poder

El artista mexicano instala en La Habana una pieza como parte de la participación mexicana en la bienal que se lleva a cabo en la isla

CULTURA

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PROYECTOS PARALELOS. La serpentina de navajas no se vende en Cuba y debió llevarse de MéxicoCréditos: Cortesía

En reposo, 39 barriles con capacidad para 200 litros de agua, aguardan en medio de un cerco perimetral montado en una de las naves de la Estación Cultural Línea y 18, en La Habana, Cuba. La serpentina de navajas que rodea el cubo de malla metálica, de 12 por 6 metros, ha tenido que ser llevada desde México. Se trata de la sencilla, pero contundente instalación de Joaquín Segura (CDMX, 1980), para la tercera fase de la 14 Bienal de La Habana que concluye en abril, en la que participan cuatro artistas mexicanos más.

La pieza “¿Qué tipo de primavera es esta, en donde no hay flores y el aire está viciado con un aroma miserable?" toma su nombre de un poema en pastún, escrito por un paquistaní que estuvo preso en el centro de detención de Guantánamo y que desapareció en 2006. Inicialmente, se trata de “un comentario puntual sobre la crisis de derechos humanos, que se vive no sólo a nivel local en Cuba, sino que atraviesa de manera transversal la realidad de América Latina y la mundial”, explica el artista.

Los 39 contenedores, con 8 mil litros de agua, remiten al “waterboarding” o a la técnica de tortura que simula ahogamiento y que los estadounidenses llaman eufemísticamente “enhanced interrogation techniques”. “Esta técnica tiene una historia muy negra, data de la época de la inquisición española, pero también se utilizó mucho durante el periodo de Pinochet en Chile, la dictadura en Camboya, en el Apartheid y es lo que nosotros conocemos como el tehuacanazo”, añade.

La instalación de Segura se conecta directamente con su pieza “Pira” (2016), sobre la desaparición forzada de Ayotzinapa, y obedece a su interés por reflexionar sobre la relación entre memoria, poder e historia y los límites o las implicaciones del ejercicio del poder por parte del Estado. “Considero que ambas piezas son retratos abstractos, colectivos de estos cuerpos que son violentados sistemáticamente por el Estado y eso conecta con la relevancia que tiene que se realice en Cuba, donde hay presos políticos por ejercer el derecho a la libertad de expresión”, indica Segura, cuya obra se desarrolla en plataformas como la instalación, fotografía, acción y video.

Junto con Cecilia Barreto, Yoshua Okón, Néstor Jiménez y Sandra Calvo, Segura decidió participar en la Bienal, a pesar del boicot al que llamó la cubana Tania Bruguera, por considerarla un evento promovido por el Estado. “Creo firmemente que el arte debe confrontar al espectador, permitir o brindar una oportunidad para experimentar o sentir el mundo de una manera distinta a lo que el poder o el Estado nos intenta limitar”, concluye.

Después de su exhibición, los materiales serán donados a La Habana. Además, la pieza será la última en ser incluida en un libro que prepara Segura y que será editado por Cubo Blanco.

CAR