Esta es una idea importante en mi vida como compositor de música clásica. Muchos pensarán que un seguidor de Beethoven, amante de Bernstein y fanático de la orquesta filarmónica de Berlín se sentiría más identificado con frases como “la simplicidad es la máxima complejidad” o “la brevedad es el alma del ingenio”, pero no es así. A pesar de que estos tres refranes básicamente digan lo mismo, el primero cuenta con la gran ventaja de ser respaldada por el barrio, y con eso no se juega. Muchas veces tendemos a pensar que el arte “fina” y el arte popular son opuestas, pero a lo largo de mi vida he descubierto que existe mucha poesía dentro de la cultura urbana si te esfuerzas por leer entre las líneas.
No me parece que esta actitud de ver hacia abajo a géneros musicales como la banda sinaloense o el reggaetón sea particularmente práctica. A final de cuentas, esas músicas de la calle, como alguna vez lo fue el jazz y el tango terminan siendo sonidos emblemáticos de sus culturas. Esto es algo que, incluso, grandes compositores como Bach entendían perfectamente. Él escribió muchas Zarabandas, un tipo de música de baile la cual, en pocas palabras, era como el reggaeton de esos tiempos, pero que eventualmente se convirtió en música de la Corte en Francia e Italia.
“Entre más corriente, más ambiente”
Durante años, había estado pensando en qué género musical mexicano urbano podría representar algo similar y llegué a la conclusión que uno de los géneros con los que más me identifico es la cumbia sonidera. Tal y como muestra la película Ya no estoy aquí, un clásico instantáneo del cine mexicano, la cumbia puede ser un refugio espiritual para una generación que se siente perdida. Al ver los excéntricos atuendos y porte de los protagonistas, me di cuenta de que esa tribu urbana de Monterrey y su música son folklore moderno y como compositor clásico, siento una gran responsabilidad de expresar esa parte de nuestra cultura dentro de la música clásica. Mis modelos a seguir son obras como la "Rapsodia en Azul", de Gershwin; el "Huapango de Moncayo", el "Bolero de Ravel", y el "Danzón 2" de Márquez. Obras que retienen la esencia de los géneros y lo traducen para que tengan la oportunidad de ser escuchados por un público distinto.
Es así como nace Cumbia Concerto, una obra orquestal que lleva la cumbia a la sala de conciertos, disfrazada como un concierto para cello y orquesta sinfónica. En el video musical que estoy coproduciendo, se combina el paso de gavilán y la persinada del baile de cumbia con arabesques y emboités de ballet. La elegancia europea se contrasta con el barrio que se necesita para sacar los pasos prohibidos. El proyecto no se trata de “afinar” o “embellecer” la cumbia con influencias europeas. Más bien, busca crear un espacio en el que ambos estilos musicales pueden coexistir, aprender uno del otro y crear algo nuevo y emocionante.
Respecto a la importancia histórica de la cumbia mexicana para la posteridad, sólo el tiempo lo dirá, pero es claro que “cuando te toca, ni aunque te quites y cuando no, ni aunque te pongas”.
¿QUÉ MÁS?
- El autor es un compositor y pianista. Se distingue por combinar los estilos de música popular.
- Actualmente estudia en la Juilliard School y combina técnicas clásicas con música popular.
- Muestra interés en los ritmos de América Latina, con técnicas que vienen de la música clásica.
- Próximamente lanzará su primer sencillo "FLARE", en todas las plataformas de streaming.
Por Horacio Fernández
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