JAIME SABINES

Mejores poemas de AMOR de Jaime Sabines para dedicar a tu enamorada

Conocido como uno de los grandes representantes de la literatura mexicana, Sabines dejó un gran legado de poemas parra dedicar y compartir

CULTURA

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El poeta sigue siendo uno de los preferidos por los enamorados. FOTO: EspecialCréditos: Especial

Jaime Sabines es considerado uno d los grandes representantes de la literatura mexicana y se consagró como uno de los mejore poetas de su tiempo, nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas y murió hace casi 22 años en la Ciudad de México. Es uno de los autores imprescindibles para millones de lectores de habla hispana y sus poemas siempre han sido compañeros de los enamorados, por eso lo recordamos este Día de San Valentín.

Distinguido con diversos premiso literarios, Jaime Sabines aborda en sus poemas temas como el amor, la muerte, la soledad, así como sobre la presencia de Dios. En todos ellos resurge su pasión por la vida y las emociones humanas, aquellas que dan giro a los destinos de las personas. 

Entre sus publicaciones destacan “Espero curarme de ti”, “La Luna”, “Los amorosos: cartas a Chepita”, “Poemas sueltos”, “Tarumba”, “Espero curarme de ti”, “Yria,” “Maltiempo”, entre otros. Éste último le hizo merecedor del Premio Xavier Villaurrutia en 1973. También fue galardonado con el Premio Mazatlán de Literatura y en 1994 le fue otorgada la medalla Belisario Domínguez.

Te compartimos cuatro de los poemas que son ideales para dedicar o compartir este 14 de Febrero, a aquella persona que cimbre las emociones tanto como lo hacía Sabines al leer alguno de sus poemas en vivo; palabras cargadas de emociones, referencias y verdad, todas relacionadas con el arte de vivir y disfrutar el amor en todas sus facetas.

Tu nombre

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.

Sitio de amor

Sitio de amor, lugar en que he vivido de lejos, tú, ignorada, amada que he callado, mirada que no he visto, mentira que me dije y no he creído: en esta hora en que los dos, sin ambos, a llanto y odio y muerte nos quisimos, estoy, no sé si estoy, ¡si yo estuviera!, queriéndote, llorándome, perdido. (Esta es la última vez que yo te quiero. En serio te lo digo.) Cosas que no conozco, que no he aprendido, contigo, ahora, aquí, las he aprendido. En ti creció mi corazón. En ti mi angustia se hizo. Amada, lugar en que descanso, silencio en que me aflijo. ( Cuando miro tus ojos pienso en un hijo. ) Hay horas, horas, horas, en que estás tan ausente que todo te lo digo. Tu corazón a flor de piel, tus manos, tu sonrisa perdida alrededor de un grito, ese tu corazón de nuevo, tan pobre, tan sencillo, y ese tu andar buscándome por donde yo no he ido: todo eso que tu haces y no haces a veces es como para estarse peleando contigo. Niña de los espantos, mi corazón caído, ya ves, amada, niña, que cosas digo.

Los Amorosos

Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor. Les preocupa el amor. Los amorosos viven al día, no pueden hacer más, no saben. Siempre se están yendo, siempre, hacia alguna parte.

Esperan, no esperan nada, pero esperan. Saben que nunca han de encontrar. El amor es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Los amorosos son los insaciables, los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos. Los amorosos son la hidra del cuento. Tienen serpientes en lugar de brazos. Las venas del cuello se les hinchan también como serpientes para asfixiarlos. Los amorosos no pueden dormir porque si se duermen se los comen los gusanos. En la oscuridad abren los ojos y les cae en ellos el espanto. Encuentran alacranes bajo la sábana y su cama flota como sobre un lago. Los amorosos son locos, sólo locos, sin Dios y sin diablo. Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos, hambrientos, a cazar fantasmas. Se ríen de las gentes que lo saben todo, de las que aman a perpetuidad, verídicamente, de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite. Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no irse. Juegan el largo, el triste juego del amor. Nadie ha de resignarse. Dicen que nadie ha de resignarse.

Los amorosos se avergüenzan de toda conformación. Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, la muerte les fermenta detrás de los ojos, y ellos caminan, lloran hasta la madrugada en que trenes y gallos se despiden dolorosamente. Les llega a veces un olor a tierra recién nacida, a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas. Los amorosos se ponen a cantar entre labios una canción no aprendida, y se van llorando, llorando, la hermosa vida.

Me doy cuenta de que me faltas

Me doy cuenta de que me faltas y de que te busco entre las gentes, en el ruido, pero todo es inútil. Cuando me quedo solo me quedo más solo solo por todas partes y por ti y por mí. No hago sino esperar. Esperar todo el día hasta que no llegas. Hasta que me duermo y no estás y no has llegado y me quedo dormido y terriblemente cansado preguntando. Amor, todos los días. Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta. Puedes empezar a leer esto y cuando llegues aquí empezar de nuevo. Cierra estas palabras como un círculo, como un aro, échalo a rodar, enciéndelo. Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas, en mi garganta como moscas en un frasco. Yo estoy arruinado. Estoy arruinado de mis huesos, todo es pesadumbre.

mypr