ARTE

Por pandemia, formación musical irregular

El Covid-19 tendrá un impacto inevitable, más o menos largo, en la enseñanza sonora de niños y jóvenes

CULTURA

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COLABORACIÓN. Niños y jóvenes pertenecientes al programa, han podido trabajar con talentos como el de Gustavo Dudamel. Foto: Cortesía Secretaría de CulturaCréditos: Cortesía Secretaría de Cultura

El impacto de la pandemia en los programas de formación musical de niños y jóvenes “será terrible”, dice Eduardo García Barrios, titular del Sistema Nacional de Fomento Musical y director artístico de la Orquesta Sinfónica Infantil de México (OSIM). 

El problema “es que hay una pérdida real de la práctica colectiva presencial”, afirma. Además, existen razones acústicas y científicas que no se cumplen, aún cuando los músicos han logrado reunirse virtualmente durante la emergencia sanitaria: “Cuando juntas diez violines en diez videos, no estas produciendo eso que se llama los armónicos, el sonido de la cuerda que se produce solamente cuando están tocando juntos”, explica.

García Barrios piensa que una vez que termine la pandemia, los jóvenes músicos deberán vivir “un periodo más o menos largo de reencuentro para recuperar el arte de tocar juntos”. 

El sistema que dirige ha vivido un año difícil ante la imposibilidad de reunirse, pero cierra el 2020 festejando el 30 aniversario de la creación de la Orquesta Escuela Carlos Chávez, bautizada así por el venezolano José Antonio Abreu, cuando Eduardo Mata importó el modelo sudamericano de formación musical a México. 

El 2021 tampoco será fácil, sobre todo por las restricciones presupuestarias, pero el músico lo tiene claro: ante todo habrá que defender el claustro de maestros. “Ellos serán quienes van a volver a juntar a los niños a que se escuchen; la producción (de giras y conciertos), soñamos con ello, pero no será a costa de los maestros”. 

El próximo año también seguirá pendiente la adecuación acústica y teatral de los espacios que el sistema ocupa en Los Pinos, desde abril de 2019. “Necesidades fundamentales son adecuar la cancha de tenis, para convertirla en un espacio verdaderamente de arte, y la sala López Mateos, que no requiere de grandes ingenieros para evitar que haya tanta resonancia que a veces molesta”. Ya más adelante, también sueña con acoplar un escenario permanente en lo que fue el helipuerto de la antigua residencia.

Por Luis Carlos Sánchez