La comunicación humana va más allá del aspecto verbal y para que sea efectiva debe tomar en cuenta múltiples factores. Pero esta información no es nueva, ya que desde 1971 Merhabian afirmó que solo el 7% de lo que se intenta comunicar llega a través de lo verbal y los signos lingüísticos. Lo anterior representa un problema considerando que este tipo de comunicación es la más habitual, pero no necesariamente la más eficaz. Además, se debe considerar que el 38% de la información a comunicar viene de signos paralingüísticos, como el ritmo, volumen y entonación utilizada. Y el 55% restante, de los signos quinésicos o corporales (Mehrabian, 1971).
Los signos quinésicos pueden ser gestos, movimientos faciales y corporales. Así como las posturas, posiciones y formas convencionales de realizar una acción o movimiento. Mientras que en los signos paralingüísticos se pueden englobar sonidos producto de reacciones emocionales o psicológicas. Tales como el llanto, la risa, el suspiro, la tos, el bostezo, entre otros. Generalmente los signos no verbales se asocian con la expresión de sentimientos y aspectos, pero esta no es exclusiva de los mismos.
Otro dato importante es que no es posible realizar actos exclusivos de habla, ya que la ausencia de los signos no verbales también comunica. No obstante, sí se puede dar el caso contrario. Pero la combinación de los tres sistemas de signos dará como resultado una comunicación más efectiva, pues permitirá reconocer el contenido o sentido del acto comunicativo.
Así pues, los signos no verbales tienen diversas funciones, como añadir o matizar la información comunicada. También funcionan como reguladores del discurso. Y sin duda lo más relevante es que los signos no verbales pueden usarse activa o pasivamente. Es decir, podemos utilizarlos con la intención de comunicar o comunicar a través de ellos de forma inconsciente. Por ello es importante estar atentos a lo que comunicamos y a lo que los demás intentan comunicarnos. Ya sea intencionalmente o no.
El lenguaje no verbal es, pues, una interacción silenciosa que se da de manera espontánea y sincera, y que además permite ilustrar la verdad de las palabras que pronunciamos. Ya que nos lleva a pensar que el lenguaje no verbal resulta más útil y honesto que la parte lingüística (verbal) al momento de comunicar.
Por: Gabriela García
Licenciatura en psicología
Universidad Iberoamericana
Instagram: @gaby.evg
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