Por Eugenio Aranda Goyos
La Ciudad de México tiene un problema severo con los desechos que produce, pues diariamente se generan 12,404 toneladas de residuos según datos del Gobierno de la Ciudad de México, pero es más alarmante saber que solo el 9.63% de la basura se lleva a centros de reciclaje para darles otro uso útil. El 83.93% termina en basureros o, peor aún, en las calles de la ciudad.
Considerando que una persona en la Ciudad de México en promedio genera 2 kg de basura al día y que tiene que recorrer más de 100 metros para encontrar el bote de residuos más cercano, es comprensible que muchas personas opten por dejar la basura en el suelo, ya que prefieren no cargar con ella. Es esencial que, como ciudadanos, adoptemos una mayor conciencia y responsabilidad ante esta situación.
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Siendo realistas, la educación de los mexicanos con respecto a los residuos cotidianos es mala, considerando el dato proporcionado por el Gobierno de México, de que el 83.93% de la basura es recolectada y únicamente el 9.63% de los residuos es reciclado, esto nos dice que la basura que no se recicla es equivalente al peso de 495 ballenas azules, el animal más grande del planeta. Como comunidad es indispensable sumar esfuerzos para impulsar el reciclaje de nuestra basura.
Debemos ser más responsables de lo que usamos y desechamos. La basura que se queda en las calles de la ciudad nos provoca un grave problema de contaminación porque no solo permanece en las áreas verdes, sino también en el agua, un recurso vital para nuestra supervivencia. Además, descontaminar el agua implica una inversión millonaria, por lo tanto, tenemos que saber todo el impacto que tiene una decisión como de dejar residuos en las calles.
Hablando del agua, es muy importante saber que la basura, cuando se descompone en los tiraderos, desprende un líquido contaminante llamado lixiviado. Este líquido a nuestros ojos es imperceptible, pero para el agua que permanece en los depósitos subterráneos es altamente alarmante, porque la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) informa que el 70% del agua potable en la Ciudad de México proviene del subsuelo.
Podríamos ser como Dinamarca y construir una pista de esquí sobre una “montaña de basura”. Este proyecto, encabezado por el arquitecto David Zhale del estudio BIG, se basa en la construcción de una atracción turística en el techo de una incineradora de basura. Aprovechan los residuos para generar energía suficiente para abastecer a cien mil casas en Copenhague, lo que lo convierte en un proyecto energético y turístico sumamente efectivo.
Pero me parece que la apuesta más efectiva para la Ciudad de México y para todo el país es copiar la iniciativa de los germanos que se basa en máquinas expendedoras inversas que toman los envases reciclables y permiten cambiarlos por dinero para compras de comercio. En Alemania, este programa ha tenido una tasa de 98.5% de efectividad, lo cual demuestra que es altamente recomendable y replicable para fomentar el reciclaje.
En la Ciudad de México, se ha intentado replicar esta iniciativa alemana. La empresa BioBox, que se define como “la primera máquina de reciclaje inteligente en México”, ha sido pionera en impulsar la idea de intercambiar basura por recompensas. Las máquinas funcionan mediante una aplicación que registra los puntos acumulados al depositar materiales reciclables como botellas, latas y Tetra Pak.
BioBox se ha presentado como una solución para fomentar la conciencia sobre el reciclaje. Además, se alinea bien con la mentalidad mexicana, donde todo tiene que estar asociado con una recompensa y la motivación para actuar está ligada a recibir algo a cambio. BioBox ha encontrado una forma efectiva de inspirar el reciclaje ofreciendo canjear las botellas por servicios como tiempo aire, entradas al cine, descuentos en tiendas, productos o incluso viajes.
Es fundamental contar con el apoyo del gobierno para impulsar soluciones que fomenten la cultura del reciclaje y el cuidado del medio ambiente. Los botes de basura en las calles no son suficientes, y tampoco promueven la educación en reciclaje o conciencia sobre el impacto de nuestros desechos. Por ello, es crucial que BioBox continúe creciendo y expandiéndose a más ubicaciones en todo el país.
XG