Además de recordarnos el amor de madre que la Virgen María le entregó devotamente a Jesús, las advocaciones marianas nos permiten acercarnos a algunos aspectos especialmente importantes en su carácter.
Es el caso de Nuestra Señora de las Nieves, una de las advocaciones marianas que habla no solo de la fe y la promesa que tiene para la humanidad, sino del delicado cariño que tiene su divinidad.
¿Cuál es la historia de Nuestra Señora de las Nieves?
De acuerdo con el Martirologio Romano, la aparición de Nuestra Señora de las Nieves está íntimamente ligada con uno de los centros de culto mariano más importantes de Roma: la Basílica de Santa María la Mayor.
Cuenta la historia que una pareja de ricos ancianos romanos no tenían a quién heredar su riqueza, por lo que le ruegan a la Virgen María que les indique qué deberían hacer. Ella les indica que deben edificar una iglesia donde les indique.
El sitio fue el Monte Esquilino, una de las míticas Siete Colinas entre las que está cimentada Roma. El milagro fue que, mientras brillaba un sol pleno de verano en la Ciudad Eterna, en el sitio elegido por la Virgen había caído una gran nevada, misma que desapareció en cuanto las personas elegidas para la visión llegaron allí.
Durante los años de vida de sus benefactores, los habitantes de la región solían acudir a la iglesia de la “Dama Blanca” a tirar pétalos blancos para conmemorar el milagro de su aparición en Roma.
¿Qué ciudades son devotas a Nuestra Señora de las Nieves?
A lo largo de la historia, Nuestra Señora de las Nieves ha demostrado ser una madre protectora con sus fieles. De hecho, fue venerada por muchos siglos como la Protectora de Roma, a quien sus ciudadanos acudían ante cualquier amenaza.
Además de la Ciudad Eterna, la capital del País Vasco, Vitoria-Gasteiz, también la eligió como su santa patrona. El fervor por esta advocación mariana es transcontinental, siendo también patrona de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital de Argentina.
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