Ahora que la reina Isabel II se encuentra en un estado de salud delicado y el médico la mandó a reposo, según un comunicado del Palacio de Buckingham, recordamos la vez que un 24 de febrero de 1975 (Día de la Bandera), visitó México, junto a su marido, el príncipe Felipe, y vivió el trato cálido de los mexicanos amantes de los festejos y alardear que se codeó con la realeza.
El mandatario mexicano encargado de ser anfitrión de la reina Isabel II fue el priista Luis Echeverría y su esposa, María Ester Zuno. Medios nacionales que cubrieron la visita real en esa ocasión destacaron la cena que sirvieron la primera noche que pasó la reina en suelo mexicano. Como platillo principal se sirvió pollitos tiernos rellenos de paté, acompañado con una guarnición de corazones de alcachofa y un conjunto musical ejecutó música de autores europeos y estadounidenses, además de un arreglo de “La Cucaracha”.
La inusual visita de la Reina Isabel II y el príncipe Felipe fue para celebrar el 150 aniversario de un acuerdo comercial y de navegación entre Reino Unido y México, firmado en 1825.
La reina caminó por mercados mexicanos
Durante la visita real, Isabel II también se dio el tiempo para convivir con la gente mientras recorría la explanada del Zócalo capitalino, también conoció lugares paradisíacos en México, como Cozumel, la zona arqueológica de Monte Albán. En Yucatán inauguró el Parque Zoológico La Reina en Tizimín, nombrado en su honor, y piso la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato.
Camino por mercados, donde le regalaban antojitos mexicanos como sopes, quesadillas y tlacoyos, visitó exposiciones de arte y aprovechó su visita para comprar figuras de cerámica, cobijas y hasta manteles de manufactura artesana. Y según la crónica de los medios de ese tiempo, Isabel II, junto a la comitiva real, comieron un día recalentado, mientras disfrutaban canciones de Agustín Lara y escucharon en vivo la increíble voz del tenor Pedro Vargas, quien le hizo una reverencia por su visita.
Fueron cinco días los que estuvo la Reina Isabel en México y al irse, el 1 de marzo de 1975, destacó la calidad, encanto y amabilidad de todos los mexicanos.
La reina Isabel II llegó en un yate real a Cozumel
Durante su visita a México en el año 1975, la reina Isabel de Inglaterra decidió viajar a Yucatán para conocer los vestigios y la grandeza de la civilización maya, por lo que recorrió la zona arqueológica de Uxmal en donde inauguró un espectáculo de luz y sonido. Posteriormente se trasladó al municipio de Tizimín, en donde abrió las puertas de un zoológico en su honor.
La reina Isabel estuvo acompañada en todo momento por su esposo Felipe, duque de Edimburgo, también fallecido, quienes llegaron el 27 de febrero de ese año en el recién estrenado aeropuerto de Mérida, en donde fue recibida por el presidente Luis Echeverría y el entonces gobernador de Yucatán, Carlos Loret de Mola Mediz. Sólo dejaron sus maletas en un conocido hotel del Centro Histórico y se dirigieron en carretera a la ciudad maya de Uxmal.
“Llegaron al atardecer y al entrar, se toparon de frente con la impresionante Pirámide del Adivino. La reina alzó la mirada con elegancia y ahí se quedó 10 minutos, contemplándola y escuchando con atención las explicaciones del reconocido arqueólogo británico Eric Thompson”, relató el veterano periodista yucateco Francisco Chi Lavadores, quien a sus 20 años de edad realizó la cobertura de la gira para una televisora local.
Al ingresar al sitio maya, la reina caminaba a paso lento y con delicadeza, asombrada por los imponentes edificios prehispánicos, mientras la prensa internacional y nacional tomaba fotografías a lo lejos.
“La invitaron para que inaugure el espectáculo de luz y sonido en la plataforma conocida como el Cuadrángulo de las Monjas”, explicó el periodista, quien dijo que la soberana fue la encargada de subir el switch del montaje audiovisual basado en el libro La tierra del faisán y el venado del escritor Antonio Mediz Bolio.
Ahí mismo se realizó la cena de gala en honor de los invitados del reino de Inglaterra, a donde acudieron políticos, empresarios y embajadores de varios países, quienes celebraban el histórico momento con música de fondo, incluida la pieza “Peregrina”. La Reina Isabel sonreía amablemente y no dejaba de apreciar las pirámides, cuando de pronto, una nube gris apareció de la nada sobre la ciudad maya.
Nadie se lo esperaba, cayó un fuerte chubasco que hizo movilizar al Estado Mayor presidencial, cuyos elementos corrieron rápidamente con paraguas para proteger al presidente y al gobernador. Los invitados y los mismos periodistas trataban de esconderse entre los edificios prehispánicos para no mojarse. Pero la soberana se quedó quieta en su lugar, no le importó la lluvia.
“Ella no se inmutó, se quedó quieta. Uno de los asistentes se le acercó para ofrecerle un paraguas y, de manera discreta y cortés, lo rechazó. Nos preguntamos si será que le gusta mojarse o es porque los ingleses están acostumbrados a las lluvias. Parecía que el mundo se acabaría, pero ella no se movió para nada”, contó Francisco Chi.
El aguacero, aunque fue muy fuerte, en realidad tardó pocos minutos. Fue entonces que los presentes entendieron que se trató de una bienvenida de Chaac, el dios maya de la lluvia, quien era adorado por los habitantes de Uxmal en la época prehispánica. La reina y el príncipe pasaron la prueba de esa deidad y el acto continuó.
Al día siguiente viajaron al municipio de Tizimín, que en esos tiempos estaba a cuatro horas de distancia de Mérida, pues la carretera se encontraba en malas condiciones y era muy angosta. Por eso la comitiva decidió llegar en avión. Con meses de anticipación, las autoridades mexicanas construyeron la Aeropista Cupul a las afueras de esa localidad, la cual mide cerca de dos kilómetros y que hasta el día de hoy no se ha vuelto a utilizar.
Al descender del avión, se dirigió de inmediato a un zoológico para inaugurarlo, el cual se llama La Reina, en su honor. Ahí, un grupo de niñas y niños mayas entonaron en inglés la canción “Dios salve a la reina”, lo que conmovió a la monarca, pues no esperaba escuchar su himno en una ciudad tan lejana. Después todo fue fiesta, recorrió Tizimín en un automóvil descubierto para saludar a los pobladores que salieron de sus casas agitando banderitas británicas y mexicanas.
En varias esquinas, las orquestas interpretan jaranas y las parejas de mestizos bailaban portando el traje típico regional, mientras la gente gritaba "viva la reina".
Con información de Herbeth Escalante.
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