Uno de los alimentos típicos más reconocidos de Hidalgo son los pastes, hechos con harina, manteca y sal. Su relleno permite degustar de una gran variedad de guisados y preparaciones dulces o saldas y aunque son muy tradicionales en México, su origen no es precisamente de nuestro país.
La historia de los pastes se remonta a la época de 1824 y 1849 cuando la adopción de tradiciones y costumbres traídas principalmente de Inglaterra, comenzaron a ser parte de la vida de los mexicanos, esto se derivó de la explotación de minas de plata por parte de españoles e ingleses que trajo consigo una gran ola de mineros de Cornualles, Inglaterra.
Estos migrantes mineros introdujeron en la cocina mexicana el pasty, una empanada que podía comerse en las minas, ya que estas se mantenían tibias y además tenían en un costado una trenza hecha con la masa que servía como agarradera para que los mineros pudieran comerlos sin tener que lavarse las manos.
La dificultad para pronunciar la palabra hizo que los mineros mexicanos modificaran del nombre de pasty a “paste”, y con el paso del tiempo su modificaron y combinaron ingredientes propios de la región, lo cual permitió incorporar identidad culinaria al paste.
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Real del Monte, Pueblo Mágico de Hidalgo, se caracterizó durante cinco siglos por la minería e incluso a principios del siglo XIX ocupó el primer lugar del mundo en exportación de la actividad. De ahí que la región sea considerada como el punto de origen de los pastes.
De hecho es en Real del Monte donde se ubica desde 2012, el Museo del Paste, un sitio en el cual los visitantes pueden elaborar su propio bocadillo, contemplar el estilo de las cocinas antiguas, así como recorrer una exhibición que destaca la historia de la minería de la región.
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