DRÁCULA

Bram Stoker, como Drácula, condenado a la eternidad

El novelista irlandés legó un personaje que es ya un ícono contemporáneo, un ser mítico que generación en generación trasciende la corta vida de los seres humanos

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Novelista irlandés, Bram Stoker..Foto: Especial / TW @sgaywalker

Como cada 365 días, de acuerdo con las mitologías del siglo XX, todos los ocho de noviembre, cuando el sol se ha ocultado en las faldas del horizonte, el Conde Drácula otea la oscuridad y extiende sus alas de murciélago sobre un mundo cuyos habitantes hoy se refugian en sus casas, ante el temor de un asesino que los espera tras la puerta de sus hogares minados ya por un millón de muertos.

Entre 1845 y 1849, el responsable del genocidio de más de un millón de personas, y de la migración de millón y medio más, fue la plaga llamada tizón tardío, que devastó la producción de papa de la isla conquistada por el imperio británico, de la cual dependía como alimento principal el cuarenta por ciento de la población de Irlanda, víctima de los terratenientes ingleses. Los campesinos irlandeses tenían prohibido poseer ganado, comer trigo, y en condiciones insalubres pagaban renta por las que habían sido sus tierras, y estaban condenados a comer patatas. 

En medio de ese genocidio, el 8 de noviembre de 1847, nació Bram Stoker. Impedido físicamente para salir de hogar paterno, pasaba tiempo escuchando las leyendas celtas, los mitos y los cuentos de aparecidos y seres sobrenaturales que su madre, Mathilda Blake Thornley, le contaba en su remota casa de Clontarf, al norte de Dublín. Las caravanas de migrantes famélicos, agonizantes, siguieron siendo durante años cosa de todos los días. 

La difícil infancia de un predestinado forjó a un joven Stoker destacado en lo deportivo, a un lector ávido y a un escritor incipiente. Licenciado con honores en el Trinity College como matemático, continuó estudios de Derecho e ingresó como funcionario al gobierno irlandés, trabajando, como su padre, Abraham, en el castillo de Dublín.

Con una formación intelectual en diversos campos, Bram Stoker se aficionó al teatro, y ejerció la crítica en el Dublin Evening Mail.

Como consecuencia de una reseña sobre la aún celebrada interpretación de Hamlet por Henry Irving, el influyente actor y productor teatral, contrató, agradecido, a Stoker como secretario particular. Y cuando fundó el Lyceum Theatre of London, lo nombró gerente del recinto, a la postre uno de los corazones culturales de la Gran Bretaña.

Cumplidos los 24 años publicó su primer relato, La copa de cristal, en el cual el suspenso y la creación artística convivía de manera afortunada.

En los umbrales de su viaje a Londres, se casó con Florence Balcombe, mujer de extraordinaria belleza, que había sido novia de Oscar Wilde, con quien Bram Stoker entabló amistad desde sus años de estudiante. Ambos gozarían de fama póstuma, uno por “El retrato de Dorian Gray” y una vida controvertida, que se proyecta sublimada en su dolorosa “Balada de la cárcel de Reading”, el otro por la novela que se destacó de su abundante obra literaria.

Contemporáneo de Arthur Conan Doyle,  admirador ferviente de Mark Twain y Walt Whitman, y su poemario “Hojas de hierba”, a tal grado que fue a visitarlo a Estados Unidos, Bram Stoker escribió  cuentos, estudios de caso, y más de diez novelas, así como memorias de su amistad con Henry Irving.

Rondando los cuarenta años de edad, en plena revolución industrial, de cara al auge del renacimiento de la novela de terror, Bram Stoker durante siete años, consultó en la Biblioteca de Londres, volúmenes como el Libro de los hombres lobo; o Transilvania, sus productos y su gente. Entrevistó largamente al erudito en leyendas celtas y de Europa central Arminius Vámbéry, e indagó sobre la vida del príncipe rumano conocido como Vlad el Empalador. Sobre si hizo o no viajes a Transilvania aún especulan los académicos. 

Como resultado de esta ardua documentación, que incluye las baladas góticas, y haciendo gala de diversos recursos literarios, como cartas, descripción de paisajes, monólogos interiores, y la creación de atmósferas donde importa más lo que no se dice, herencia del teatro, publicó en 1897 la novela Drácula.

Son conocidos los antecedentes narrativos de “Drácula”. En 1816, Wiliam Polidori escribe “El Vampiro”, novela romántica publicada en 1819. Sería hasta 1876 que se da una vuelta de tuerca al género con la edición de “Carmilla”, de Sheridan Le Fanu.

Drácula ha querido ser inscrita en el género gótico, el cual había dejado en sus postrimerías novelas como “Frankestein o el moderno "Prometeo” de Mary Shelley (1818), casi un siglo antes. Pero las postrimerías del siglo XIX, marcaban la reformulación del género, y el terror moderno se centraba en el misterio, el suspenso, pero hábilmente Stoker utilizó recursos del género romántico. 

Con una maldad intrínseca donde no se es bueno ni malo, sencillamente un condenando a la eternidad necesitado de sangre fresca, que va dejando cadáveres aquí y allá, un erotismo subyacente, y la puntual administración paso a paso del terror, Bram Stoker nos legó un personaje que es ya un ícono contemporáneo, un ser mítico que generación en generación trasciende la corta vida de los seres humanos y está condenando a perdurar durante los próximos siglos.
 

“Una vez más, bienvenido a mi casa. Ven libremente… deja algo de la felicidad que traes": Drácula.

 

Por: Miguel Angel Pineda