René François Ghislain Magritte nació en Lessines, Bélgica el 21 de noviembre de 1898, falleció en Bruselas, un 15 de agosto de 1967. Fue un pintor surrealista conocido por sus ingeniosas obras. Se dice que dotó al surrealismo de una carga conceptual basada en el juego de imágenes ambiguas.
No se sabe mucho de los primeros años de Magritte, fue el mayor de los hijos de Léopold Magritte, sastre y comerciante de telas, y Regina, quien se quitó la vida el 12 de marzo de 1912, ahogándose en el río Sambre. De acuerdo a la leyenda, el pintor, quien entonces tenía 13 años, estaba presente cuando el cuerpo fue recuperado, aunque recientes investigaciones han desacreditado la historia.
Comenzó con lecciones de dibujo en 1910, y para 1915 realiza sus primeras obras en la línea del Impresionismo. Entre 1916 y 1918, estudia en la Academia de Bellas Artes de Bruselas. Expone por primera vez en el Centro de Arte de Bruselas en 1920, junto a Pierre-Louis Flouquet.
Magritte se embarcó en varios movimientos pictóricos, siendo el surrealismo donde más cómodo se sintió. Sus obras son reconocibles a primera vista por motivos recurrentes como: manzanas verdes, rostros cubiertos, sombreros de bombín, y la propia persona del artista.
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5 pinturas clave en la obra de René Magritte
Los amantes (1928)
Esta obra muestra una pareja de hombre y mujer besándose, pero sin tocarse ni verse. Algunos biógrafos atribuyen estas figuras a la convivencia que llevaban los padres del artista, la marcada desafección del padre y la depresión de la madre.
El hijo del hombre (1964)
Esta es la obra más célebre de René Magritte, reproducida en todo tipo de decoraciones como posters y otros. El gran éxito de esta pintura radica, según algunos expertos, en la originalidad contenida en lo simple de la figura. Además, entran en el juego significados de gran cantidad de elementos, como la manzana de Adán y la vida contemporánea en la Europa de aquel entonces.
Golconda (1952)
De esta obra surrealista se desconoce la interpretación "oficial" del artista, pero no cabe duda de que es una obra autobiográfica, porque muestra el modo que Magritte lucía en la vida real.
La traición de las imágenes (1929)
En la obra se lee "Ceci n'est pas une pipe" (esto no es una pipa). Con lo que el artista defendió la postura de que realmente no lo era, sino que era la mera imagen de una pipa. Este simple argumento, el cual refuerza la división entre realidad e imagen, lo utilizó para justificar una buena parte de su obra.
La lámpara filosófica (1936)
“Las meditaciones del filósofo y distraído pueden hacer pensar en un mundo mental cerrado sobre sí mismo, como aquí un fumador es prisionero de su propia pipa”, fueron las palabras de Magritte con respecto a esta obra.