Recientemente, John Mearsheimer y Sebastian Rosato analizaron en How States Think the Rationality of Foreign Policy cómo puede considerarse racional la política exterior de un Estado. Llegaron a la conclusión de que, aunque los resultados de dicha política pueden o no ser los esperados, es el proceso deliberativo de toma de decisiones lo que la convierte en racional. En este contexto, el estadista es la pieza fundamental, ya que su capacidad para analizar la información disponible; pensar en los escenarios futuros y sus respectivos desenlaces; y calcular riesgos y evaluar las limitaciones del poder de su nación y las alianzas disponibles con otros países, define el rumbo del país. Sin embargo, históricamente el concepto de estadista ha estado vinculado a figuras masculinas, pero a medida que el escenario internacional ha ido cambiando, las mujeres nos hemos convertido en jefas de Estado, secretarias de Estado, subsecretarias, embajadoras, cónsules y legisladoras demostrando que nuestras decisiones pueden ser más eficaces que las decisiones tomadas por nuestras contrapartes masculinas.
En ese sentido, vale la pena destacar que, en 2008 el Pew Research Center realizó un estudio de opinión a 2,250 adultos para determinar si la mujer o el hombre era mejor líder político y, aunque el estudio solo reflejó la apreciación del estadunidense y no del mundo, arrojó como resultado que las mujeres son percibidas como más honestas; más inteligentes; más creativas; más sociales; tienden a cumplir sus promesas; y sobre todo más compasivas. Asimismo, en 2015 el Instituto Internacional de la Paz analizó cuarenta casos de participación femenina en negociaciones internacionales, y llegó a la conclusión que si las mujeres participan en un proceso de paz, hay un 20 por ciento de probabilidad de que el acuerdo dure al menos dos años, mientras que si estuvieron involucradas en la elaboración de este, el acuerdo tiene un 35 por ciento de probabilidad de durar al menos 15 años, lo que contribuye a una arquitectura de paz más duradera.
La toma de decisiones de las estadistas no está limitada al uso de teorías académicas, la comparación de cifras económicas o la evaluación de las realidades nacionales o la coyuntura internacional, sino que incorporan una visión más holística, al tener un estilo más prudente y colaborativo, priorizando el consenso en lugar de la confrontación, lo que permite balancear mejor los intereses de los actores presentes.
Al respecto, existen varios ejemplos como los de Michelle Bachelet; Indira Gandhi; o Angela Merkel que demuestran cómo las mujeres han logrado ejercer su liderazgo en situaciones de alta presión, enfrentando desafíos tanto internos como externos. Lideresas que no solo tomaron decisiones estratégicas, sino también contemplaron enfoques con implicaciones sociales y humanitarias.
POR ANA LILIA HERRERA ANZALDO
POLÍTICA Y ACTIVISTA POR LOS DERECHOS HUMANOS
@ANALILIAHERRERA
PAL