Desde Afuera

De la Democracia al Patrimonialismo

Trump busca algo más que una reforma del gobierno, sino literalmente, un cambio de sistema, aunque no está clado a dónde va

De la Democracia al Patrimonialismo
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Para Jonathan Rauch, un distinguido especialista estadounidense en temas de gobernanza, el gobierno del presidente Donald Trump puede ser resumido en un concepto: patrimonialista.

De acuerdo con Rauch, es evidente que Trump busca algo más que una reforma del gobierno, sino literalmente, un cambio de sistema, aunque no hay claridad de hacia donde vaya.

"No es el autoritarismo clásico, ni la autocracia, la oligarquía, ni la monarquía. Trump está instaurando lo que los académicos llaman patrimonialismo", escribió en un ensayo recientemente publicado en la revista The Atlantic.

El patrimonialismo "es menos una forma de gobierno que un estilo de gobierno" y no se define por instituciones ni reglas.

En términos reales, sustituye líneas de autoridad impersonales y formales por otras personalizadas e informales, al basarse en la lealtad y las conexiones individuales, y en recompensar a los amigos y castigar a los enemigos (reales o percibidos).

"Se puede encontrar no solo en los estados, sino también entre tribus, pandillas callejeras y organizaciones criminales" subrayó el también investigador sobre Estudios de Gobernanza de la Institución Brookings.

"En su forma gubernamental, el patrimonialismo se distingue por gestionar el Estado como si fuera propiedad personal o negocio familiar del líder.

Se encuentra en muchos países, pero su principal exponente contemporáneo –al menos hasta el 20 de enero de 2025– ha sido Vladímir Putin".

Durante su gobierno, apuntó Rauch, el verdadero principio rector era: "Manténgase del lado bueno de Vladímir Vladimirovich... o de lo contrario...".

No es el único régimen que se presenta así, ni el único en que el presidente pretende convertirse en la fuente de poder y sabiduría.

De acuerdo con el análisis de  Rauch, el patrimonialismo tiene dos limitantes básicas: ineficiencia y corrupción. Rauch recordó que el sociólogo alemán Max Weber planteaba que los líderes obtenían
legitimidad de dos formas: la burocracia legal racional (o "procedimentalismo burocrático"), un sistema en el que la legitimidad la otorgan las instituciones que siguen ciertas reglas y normas.

"Ese es el sistema estadounidense que todos dábamos por sentado hasta el 20 de enero. Presidentes, funcionarios federales y reclutas militares prestan juramento a la Constitución, no a una persona.

"La otra fuente de legitimidad es más antigua, más común y más intuitiva: 'la forma de gobierno por defecto en el mundo premoderno'",  según la cual "el Estado era poco más que la extensa 'casa' del gobernante.

Esta, no existía como entidad separada" y los gobernantes se presentaban como el padre simbólico del pueblo: "la personificación y el protector del Estado". Precisamente esa idea, opina Rauc, "estaba implícita en la escalofriante declaración del propio Trump:

Quien salva a su país no viola ninguna ley".
Es una tesis compartida por muchos fuera de la frontera estadounidense.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                                                      

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