Durante la segunda semana, el Nuevo Éxodo por la Democracia caminó hacia el oriente de México, donde nace el sol. Enfundado en mi chaleco de campaña distintivo con el número 7, unos zapatos cómodos y el morral de la justicia cargado de volantes y sueños, surcamos Veracruz, Puebla y Tlaxcala.
A ras de tierra, sin dispendios ni simulaciones, mi planteamiento de hacer más con menos llegó a la cuatro veces heroica Veracruz. Entre cañeros, pescadores, universitarios y gente de trabajo, me acerqué a su coraje, a su vitalidad, su capacidad de escribir la historia, tanto personal como colectiva.
Hoy, Veracruz está llamado a redactar una nueva página: la de la democratización de la justicia. Por primera vez, el pueblo elegirá a quienes juzgan desde las instituciones más altas del país. Conversando con esa gente alegre entendí que la justicia también puede ser heroica.
Desde Xalapa, en el emblemático Café La Parroquia, conversé con un grupo amplio de periodistas sobre el papel de la justicia electoral como pilar de la estabilidad social. La certeza en las elecciones no sólo abona a la paz: impulsa el desarrollo. Y si queremos fortalecer al país, debemos reforzar su legitimidad desde la raíz. Agradezco su interés y responsabilidad cívica al informar sobre este proceso inédito.
También ahí celebré la determinación del Tribunal Electoral al garantizar la máxima publicidad de esta elección. Un proceso inédito cuyas reglas se escriben mientras se camina, pero cuyo principio debe ser claro: que toda la ciudadanía esté informada, que se participe con imparcialidad, que se compita con neutralidad.
En Puebla, la conversación fue profunda. Me reuní con integrantes de la Barra de Litigación Oral Penal para hablar de reglas, imparcialidad y congruencia. Muchos compartieron experiencias de cuando la justicia electoral dejó de ser justicia para volverse trinchera política. Coincidimos en algo esencial: esta elección debe recuperar su legitimidad, y eso comienza por respetar las reglas.
Al día siguiente, a invitación de Jorge Fernández, presidente de Construcción de la Canacintra Puebla, me senté con líderes empresariales. Ahí hablamos de derechos y de certezas. Porque cuando las elecciones son legales, hay confianza para invertir, para crecer, para construir. La justicia electoral no es ajena al desarrollo: es su piedra angular.
La última parada fue Tlaxcala, un estado que este año cumple 500 años de historia. Cuna del mestizaje, del textil, del pulque y de la tortilla. Participé en un conversatorio con medios locales y el Club Rotario, presidido por Norma Vallejo Hernández, y el respaldo de mi amigo Sergio Cruz Castañón. Ahí el mensaje fue claro: la sociedad civil debe ser protagonista, amplificando la voz de quienes recorremos el país para informar y entusiasmar.
En cada encuentro comparto mi vocación por la justicia, al atemperar los litigios que me eran consignados en juventud, a una instancia conciliatoria. Mi paso por la Corte. Mi regreso a Chiapas en 2011. Y la razón por la que hoy compito, en la boleta azul, con el número 07, por una magistratura en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Lo hago porque creo en una justicia electoral que escuche, que acompañe, que resuelva. Una justicia que promueva la paz, dé certeza, estabilidad y ayude a construir prosperidad.
Desde el sur, con el corazón al frente, sigo en marcha. Porque esta elección puede ser la victoria de la justicia. La victoria del pueblo. Y esa marcha, la haremos juntos.
GILBERTO BÁTIZ GARCÍA
Candidato a magistrado de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
@gilberto_batiz
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