Columna Invitada

Hombres en Crisis: Salud Mental y Seguridad de las Mujeres

Adolecense no solo expone las vulnerabilidades emocionales de la juventud, sino que también pone en evidencia las repercusiones de una cultura en la que la salud mental de los hombres se descuida

Hombres en Crisis: Salud Mental y Seguridad de las Mujeres
Susana Cueto / Columna invitada / El Heraldo de México Foto: Especial

La serie Adolecense nos sumerge en la complejidad de la adolescencia, mostrando las tensiones y vulnerabilidades que experimentan muchos jóvenes varones. Durante esta etapa, la represión de emociones y la falta de herramientas para gestionar la frustración pueden derivar en actitudes agresivas. Cuando el dolor interno se transforma en comportamientos desadaptativos, la seguridad de las mujeres se ve comprometida, ya que algunas de estas conductas se manifiestan en violencia o en discursos que, en nombre de la frustración, deslegitiman la lucha por la igualdad.

Desde muy temprana edad, a los hombres se les enseña que mostrar vulnerabilidad es sinónimo de debilidad. Este legado, unido a una cultura que minimiza la salud mental masculina, puede convertirse en la raíz de comportamientos que terminan afectando no solo a ellos, sino también a las mujeres que los rodean. La incapacidad para canalizar el dolor conduce a la internalización de un resentimiento que, en algunos casos, se traduce en discursos misóginos y actitudes de violencia.

En paralelo, el debate sobre el feminismo ha generado interpretaciones erróneas en ciertos sectores. Mientras el feminismo genuino busca la equidad y el respeto mutuo, en algunos grupos se ha tergiversado su mensaje, usándolo como excusa para negar las dificultades emocionales y la necesidad de apoyo a los hombres. Esta confusión produce un ambiente en el que la crítica a las desigualdades se transforma en hostilidad hacia quienes luchan por la igualdad, reforzando estereotipos dañinos y contribuyendo a una espiral de violencia simbólica y real.

Una de las consecuencias indirectas de estas tensiones es la forma en que los jóvenes buscan respuestas en el entorno digital. Internet, con su vastedad y anonimato, se ha convertido en el caldo de cultivo de subgrupos radicales—ya sean foros de extremismo, comunidades misóginas o grupos que promueven ideologías autodestructivas. Ante este panorama, es fundamental que los padres y educadores se involucren activamente para evitar que los jóvenes sucumban a estas influencias.

Es por eso que establecer un diálogo constante y sincero sobre el uso de internet es esencial. Los padres deben preguntar a sus hijos sobre sus experiencias en línea, qué comunidades frecuentan y qué contenidos consumen. Esta comunicación debe ser libre de juicios para que los jóvenes se sientan seguros compartiendo sus inquietudes.

Es vital enseñar a los jóvenes a identificar contenido problemático. Esto incluye explicarles la diferencia entre información veraz y desinformación, así como alertarles sobre los riesgos de caer en subgrupos radicales. Programas educativos y talleres sobre alfabetización digital pueden dotarles de las herramientas necesarias para analizar críticamente lo que encuentran en internet.

El uso de controles parentales y la fijación de límites en el tiempo de pantalla pueden ayudar a regular la exposición a contenidos nocivos. No se trata de prohibir el acceso, sino de acompañar a los hijos en el uso de la tecnología, supervisando las plataformas que visitan y las comunidades en las que se involucran.

Así mismo, incentivar la participación en actividades extracurriculares, deportes, y encuentros presenciales fortalece la autoestima y reduce la dependencia del entorno digital. Al brindarles espacios seguros y saludables para socializar, se minimiza el atractivo de los subgrupos radicales que prometen pertenencia a cambio de actitudes extremas.

Los padres deben predicar con el ejemplo. Mostrar un manejo equilibrado y consciente de las redes sociales, evitando el uso excesivo y fomentando momentos sin dispositivos, es una de las maneras más efectivas de transmitir buenos hábitos digitales

En conclusión, Adolecense no solo expone las vulnerabilidades emocionales de la juventud, sino que también pone en evidencia las repercusiones de una cultura en la que la salud mental de los hombres se descuida, repercutiendo en la seguridad de las mujeres. Sumado a ello, la tergiversación de los mensajes feministas en ciertos sectores alimenta una misoginia que perpetúa ciclos de violencia y exclusión. Frente a este panorama complejo, es imperativo adoptar un enfoque integral: atender las necesidades emocionales de los hombres, recuperar el verdadero significado del feminismo y, al mismo tiempo, proteger a las nuevas generaciones del entorno digital, orientándolos hacia comunidades saludables y promoviendo el diálogo y el pensamiento crítico.

Solo con un compromiso conjunto entre familias, educadores y autoridades se podrá construir un entorno más seguro y equitativo, tanto en el mundo real como en el digital.

Por Susana Cueto

Colaboradora  

@SusanaCueto7

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