Tres en Raya

Las trampas del AIFA

Las utilidades operativas no son ganancias, sino apenas uno de sus componentes. Sustituir unas por otras es tramposo; la información que se comparte al público es una manipulación

Las trampas del AIFA
Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Sin considerar que recibió 1,500 millones de pesos en subsidios solo en el 2024 (y casi 5 mil millones de pesos también sólo en subsidios desde su inauguración), el AIFA presume que en el último año tuvo ganancias por 285 millones de pesos. ¡Engaño! El Felipe Ángeles, a tres años de su inauguración, está lejos de tener ganancias, resultados y conectividad. Es más, cuando podría -eso se dice- recibir a 20 millones de pasajeros al año, apenas llega a los 5 millones. ¡Cinco millones para la urbe más grande del planeta!

Los defensores de las “ganancias” sostienen que son utilidades operativas, las cuales se calculan restando los gastos operativos de los ingresos operativos. Y que este indicador es clave para medir la rentabilidad y eficiencia del AIFA en su operación diaria. Sin embargo, eso es falso. Las utilidades operativas no son ganancias, sino apenas uno de sus componentes. Sustituir unas por otras es tramposo; la información que se comparte al público es una manipulación.

Hagamos de lado los subsidios, por un momento. Parte de las “ganancias” del AIFA se deben a lo que se cobra por el TUA (Tarifa de Uso Aeroportuario), lo cual a primera vista se lee… bien a secas. Hasta que se recuerda que el gobierno disminuyó el número de operaciones en el AICM para poder aumentar artificialmente las operaciones en el AIFA. De hecho, López Obrador obligó a algunas aerolíneas a mudarse a Santa Lucía, reduciendo el número de operaciones en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez. Esto es, el número de despegues y aterrizajes pasaron por orden presidencial de 61 a 52 por hora (2022) y a 43 (2024) en promedio. Sin embargo, el haber bajado el número de operaciones en el AICM para aumentar las operaciones en el AIFA, no resultó en ‘suma 0’ (nadie pierde ni gana), tampoco en ganancias. Se incurrió en mayores pérdidas. Enormes pérdidas. Esto se debe a que el TUA que se cobra en el AIFA es menor al que se cobra en el AICM, además de que  -como ya dije- el número de pasajeros en Santa Lucía no compensó el número perdido en el Benito Juárez.

Dos agravantes: (1) la ruta de diversos vuelos internacionales se ha cambiado hacia Cancún, Guadalajara, Monterrey y (2) el AIFA sigue careciendo de interconectividad tanto aérea como terrestre… incluyendo la falta del tren rápido que se supone ya habían estrenado -sin construir- López Obrador y medio gabinete y que debe enlazar este aeropuerto con la Ciudad de México.

Al final, costos versus tiempo, alternativas de interconectividad y comodidad, conviene más el AICM, así sea que este se cae a pedazos…

Conforme a la Secretaría de Hacienda, hasta el 2024, el AIFA había recibido 116 mil millones de pesos para su construcción. Muy lejos de los 50 mil millones presupuestados en un principio. Ese monto no ha llegado a su gran total, pues aún no terminan las obras para mejorar las vías de comunicación.

Mas, a pesar de su costo millonario, sigue siendo un aeropuerto subutilizado, operando a menos del 12% de su capacidad y tanto la carga que recibe, como los pasajeros que ahí llegan o de ahí salen, se deben en su mayoría a onerosos incentivos oficiosos.

Los decretos de López Obrador permitieron que el flujo de los pasajeros y de la carga se incrementara artificialmente en el AIFA, instalación aeroportuaria controlada por la Marina. Y eso generó unas magras utilidades operativas -no netas, repito- de 250 millones de pesos en el último año. Imaginemos, entonces que, si los subsidios se terminaran, el AIFA solo reflejaría pérdidas. Esa es la verdad verdadera; la cruda realidad.

Para los contables, la fusión del AICM con el Grupo Aeroportuario -que comandará el almirante Juan José Padilla Olmos, designado por el mismo secretario de Marina José Rafael Ojeda Durán- permitirá nuevas formas de ocultar lo que pasa realmente en el Felipe Ángeles. Y si bien se espera que la Marina disminuya costos y eficiente las operaciones, si los vuelos no llegan, no hay mucho más que hacer.

La mayor trampa del AIFA está en su origen, en su concepción. Salir de ella es aceptar que solo puede servir como una estación de carga (y mismo eso, costosa). Insistir en que funcione como un aeropuerto de pasajeros es continuar con el engaño y las pérdidas. Ya no celebremos ese despropósito.

Tres en Raya

Este 22 de marzo, para celebrar el arribo de la primavera, el gobierno de la CDMX ofrecerá con nuestros impuestos una serie de conciertos a la población en general. Una de las agrupaciones invitadas es “ONDA VAGA”, acusados (desde el 2018) por acoso y abuso sexual de al menos 45 mujeres, algunas de ellas menores de edad. Ojalá alguien le informe a Clara Brugada de este pequeño detalle.

El reconocimiento recibido por el AIFA, “PRIX VERSAILLES” como uno de los aeropuertos más bellos del mundo, es un premio que tiene precio. Vamos, que se compra con nuestras contribuciones al SAT. ¿Lo valió? A mí nadie me preguntó; de haberlo hecho, les hubiera dicho que no.

Volar de Guadalajara a Los Cabos por Mexicana de Aviación tiene un precio de 750 pesos. El costo es mayor, evidentemente. Estas pérdidas también las asumimos con nuestras contribuciones a Hacienda; la aerolínea del gobierno está perdiendo dinero y, además, se le puede acusar de dumping. Malas decisiones, malos negocios, peores pérdidas.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

COLABORADORA

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM

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