Malos modos

Quiero trabajo en la 4T

Tuve que aprender con dolor que las redes sociales no son un reflejo de las posibilidades electorales o, más ampliamente, de las preferencias populares, casi diré: de la realidad

Quiero trabajo en la 4T
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El Doctor Patán ha decidido pedirlo ya sin tapujos. Abiertamente. Quiero trabajo en la 4T. No es que haya estado corto de señales en este sentido. Como tal vez recordarán, si tienen la gentil costumbre de leer esta columna, sostuve por algún tiempo la intención de lanzarme a la presidencia después del sexenio que sin duda será glorioso de mi colega, la Doctora Claudia Sheinbaum.

Tuve que aprender con dolor que las redes sociales no son un reflejo de las posibilidades electorales o, más ampliamente, de las preferencias populares, casi diré: de la realidad. El hashtag #DoctorPatán2030 se movió realmente bien en Twitter, o sea en X, pero esa buena fortuna no tuvo un eco en la militancia de nuestro movimiento.

Vaya, que di el xochitlazo. Humildemente, creo que lo hubiera hecho bien. Tenía ya planes de extender el Tren Maya a Guatemala, para darle chamba a nuestros exiliados allá, y de abrir otra mega farmacia en Chiapas. Nada. Tuve que renunciar a la presidencia, aunque, por supuesto, no a servir al pueblo.

Desde entonces, me he propuesto para llenar varios lugarcitos en el organigrama y fuera de él, aunque no de la 4T: secretario de Salud en vez del que me parecía ya muy sarteneado Jorge Alcocer (con la única cláusula de no ponerle VapoRub en el pecho al entonces presidente, el Ex Quinto Más Popular del Mundo, si le daba COVID); titular del ISSSTE; diplomático en cualquier ciudad de Europa occidental, Estados Unidos o Canadá; socio de mis bodocones, y hasta magistrado. Nada. Incomprensiblemente, mi compromiso con la 4T, inapelable, libre, me parece, de cuestionamientos, no se ha traducido en la oportunidad de trabajar directamente por el pueblo de México. 

No es, créanme, una cuestión de dinero. Nunca sobra una quincenita, o una asignación presupuestal sin licitaciones burocratizantes, tampoco los voy a engañar, pero entre mis colaboraciones con los medios y mi consultorio puedo darme una calidad de vida digna, juarista, instalada en la justa medianía, con camioneta tipo Noroña, restaurantes tipo Bartlett (aunque sin expulsiones a gritos) y un whisky digno para el fin de semana. No, no es el dinero. Es un asunto vocacional. Es la sed casi religiosa de servir a los más necesitados. De entregarse a México.

Tal es mi frustración de no poderlo hacer, que me siento tentado a sumarme discretamente a la familia Monreal. Díganme si les suena disparatado, pero, con tanto hermano –ese es mi razonamiento–, es probable que no se den cuenta de que nací en una cuna lejana, así que en una de esas me infiltro a la próxima cena familiar como uno de ellos y seguro que algo cae. Cosa de visitar antes Fresnillo, que no tengo el gusto de conocer, para no evidenciarme. Lamento, nada más, no poder conservar el “Doctor”. Ya hay uno en el clan. ¿Cómo les suena Julio Monreal?

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ

 

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