La aparente decisión del gobierno del presidente Donald Trump de arrojar bajo el tren al gobierno de Ucrania y dejarlo prácticamente a merced de Rusia puede ser un error, tal vez de proporciones históricas, y uno que parece confirmar el alejamiento de Estados Unidos respecto a décadas de sus alianzas estratégicas y compromisos internacionales.
No es algo nuevo en cuanto a la intención de retroceder en lo internacional para prestar más atención a lo doméstico, una tendencia que comenzó de hecho con la Presidencia de Bill Clinton, fue interrumpida por los ataques del 11 de septiembre de 2001 y retomada aunque de manera mitigada, bajo Barack Obama y fortalecida por el propio Trump, en su primer período y modulada por Joe Biden.
Pero ahora regresa de tal forma que pone en duda la viabilidad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y arroja un velo sombrío sobre la relación histórica entre Estados Unidos y Europa.
Esta vez, a diferencia de lo que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, las alianzas del gobierno estadounidense parecen grupos de ultraderecha afines al neonazismo, como la Alianza por Alemania (AfD) o el partido de gobierno Fidesz en Hungría.
De acuerdo con Ian Bremmer, director del grupo Eurasia, de análisis de riesgos, "es una abdicación del liderazgo estadounidense en el escenario mundial".
Y esa impresión parece compartida por muchos. De acuerdo con la visión de al menos una parte de los europeos, los aparentes acuerdos a la vista con Rusia hacen recordar la situación previa a la Segunda Guerra Mundial, cuando las potencias occidentales buscaron apaciguar al gobierno de Adolfo Hitler y solo lograron estimular su apetito.
De creer a la prensa británica, incluso la conservaduría, Putin puede ahora elegir otro blanco en una Europa que el tabloide británico The Mirror, Trump "vendió" a Putin.
Pero mientras parece haber la convicción de que el gobierno de Vladimir Putin obtuvo una victoria, representada por el abandono del principal aliado del actual gobierno de Ucrania, nadie tiene certidumbre de lo que obtuvo Estados Unidos.
¿Se trató acaso de una nueva repartición del mundo? La ausencia china, el segundo poder mundial, y de Europa –la otra región interesada– lo hace improbable, aunque no necesariamente imposible si en vez de hablar de un ámbito planetario lo reducimos a zonas de influencia.
Y si fue así, habría que pensar en la zona de influencia geopolítica estadounidense.
Lo cierto en todo caso es que a menos que Trump decida una muy improbable marcha atrás, sus críticas al presidente ucraniano Volodimír Zelenski -al que "descalificó" porque no celebró elecciones el año pasado- y la determinación de no incluir a los países europeos en las negociaciones que recién iniciaron estadounidenses y rusos, parecen
marcar una retirada política, sino militar e incluso, más estratégica.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE
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