Nunca se puede obviar la fuerza de la imagen y su capacidad para comunicar narrativas, así como para generar discursos alrededor de ella. En el caso de la fotografía, existe todo un espacio de complejidades detrás del lente, donde la verdad y la ficción no están claramente diferenciadas.
El historiador Peter Burke apunta en su obra Visto y no visto que parte del conocimiento histórico podría verse influenciado por la fotografía. De esa afirmación se desprenden diversas problemáticas, pues no hay certeza absoluta de realismo detrás de la cámara, tal como sucede con cualquier vestigio del pasado.
No obstante, se le ha otorgado un valor de objetividad a la imagen. Según relata Burke, desde hace tiempo los periódicos utilizan la fotografía “como testimonio de autenticidad”. La prensa depende de la imagen: es raro encontrar un reportaje que no vaya acompañado de fotografías que busquen demostrar el punto de la investigación o provocar un impacto relacionado con la nota.
La reciente publicación del New York Times sobre un laboratorio clandestino en Sinaloa ilustra un caso reciente de los debates que suscitan las imágenes y muestra cómo esa supuesta autenticidad se pone en duda por ciertas voces. Básicamente, emergieron dos posturas: aceptación y rechazo.
De inmediato, muchas personas —sin conocimiento real del tema— se convirtieron en supuestas expertas en la producción de fentanilo. El reportaje generó fuertes emociones. Para los defensores del gobierno, se trató de un ataque mediático, mientras que para la oposición fue una prueba de las fallas de la nueva administración. De esta forma, la imagen se convirtió en objeto de análisis, críticas y defensas.
Las fotografías del laboratorio adquirieron un papel protagónico, pues se publicaron en un momento de tensiones nacionales e internacionales. El fentanilo se ha convertido en un gran problema en Estados Unidos, del cual México ha cargado con buena parte de la culpa. Sin embargo, no es solo un asunto de acusaciones, ya que la amenaza de una intervención militar en territorio mexicano —con la supuesta intención de resolver el problema— ha tensado las relaciones entre ambas naciones.
Al mismo tiempo, no se puede negar la difícil situación que atraviesa Sinaloa. El reportaje del New York Times y las imágenes surgieron en un contexto de choques, amenazas y escasas posibilidades de solución para los problemas de ambos países. Conviene analizar las reacciones y la forma en que se han recibido dichas fotografías, pues muchas veces eso dice más que el propio contenido, al cual, desde luego, no hay que restarle su valor.
POR IGNACIO ANAYA
COLABORADOR
@Ignaciominj
MAAZ