Columna invitada

No pasarán

Por más que Reagrupación Nacional (RN) de Marine le Pen y muchos de sus correligionarios intenten suavizar su impronta autoritaria, racista, antisemita, islamófoba y antiderechos, su llegada al Eliseo es un riesgo para Francia, para Europa y para el mundo

No pasarán
Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Cuando la Guerra Civil española, el frente republicano que luchó y perdió contra Francisco Franco y el fascismo adoptó, entre muchos de sus lemas, una frase del poema "La cançó dels invadits" de Apel·les Mestres, escrito en 1914 como protesta por la Invasión alemana de Bélgica: No pasarán.

Con diferentes modificaciones y adaptaciones, este breve, pero enorme enunciado, ha sido parte del canto de lucha de gran parte de las izquierdas y derechas moderadas contra el autoritarismo en el mundo.

El pasado fin de semana, otro frente republicano, esta vez en Francia, hizo uso del mismo recurso, en esta ocasión con una feliz victoria en contra del fascismo.

Porque hay que decirlo con todas sus letras, por más que Reagrupación Nacional (RN) de Marine le Pen y muchos de sus correligionarios intenten suavizar su impronta autoritaria, racista, antisemita, islamófoba y antiderechos, su llegada al Eliseo es un riesgo para Francia, para Europa y para el mundo. Y la lección que los franceses nos dieron el pasado domingo es un claro ejemplo de defensa de la democracia y la libertad.

Se me podrá objetar que expresiones o alternativas políticas como la de Le Pen deben tener cabida en cualquier sistema que se presuma democrático. Yo digo que cualquier atisbo de autoritarismo debe ser contenido. La primera mitad del siglo XX nos dejó dolorosos episodios plagados de una profunda violencia, odio e intolerancia. La apuesta política de Reagrupación Nacional y de muchos partidos políticos de la extrema derecha en Europa y el mundo, minimizan los efectos nocivos del fascismo, de los autoritarismos y de los nacionalismos radicales, y aquí también cabe la izquierda.

Hay que ser claros. Las democracias liberales en Occidente atraviesan por una crisis profunda y pese a sus omisiones y fallas -susceptibles a ser corregidas y mejoradas, como cualquier sistema creado por la humanidad-, hasta ahora son el modelo político que mejores resultados y avances ha dado a la sociedad.

Por eso necesitamos recuperar el centro democrático y contener y minimizar las expresiones extremistas y radicales que alimentan el odio, el encono, el dogma, antes que la razón, el diálogo y el respeto al otro.

Los franceses, en un impecable ejercicio de su ciudadanía lograron contener a la expresión radical de la derecha en su país, contrario a la tendencia política en auge en Europa y contrario incluso a las propias proyecciones electorales previas a esta histórica segunda vuelta.

Sin embargo, el reto mayúsculo viene ahora. Con una asamblea nacional dividida y sin ningún partido con mayoría para formar gobierno, la alianza republicana que contuvo el avance de Le Pen, tendrá que responder a los ciudadanos y demostrar que es capaz de lograr consenso en el ejercicio de gobierno y no solo para la conveniencia de una coyuntura electoral.

Además, sí o sí, los políticos franceses tienen que escuchar al electorado de RN, entenderlo y evitar que el radicalismo de algunos sectores incremente.

No será una labor sencilla, toda vez que aunque el partido de Le Pen pasó a tercera fuerza, los márgenes de victoria entre los candidatos del Frente Popular y los de RN son estrechos, lo que revela una creciente polarización, el gran mal de nuestro tiempo.

Espero que los liderazgos políticos que se establezcan en Francia después de esta elección puedan atender estas y otras problemáticas, de lo contrario, el “No pasarán” será solo un buen eslogan de marketing, y desde finales de los 90 estamos pagando cara la factura de frivolizar a la política.

POR JAVIER GARCÍA BEJOS

COLABORADOR

@JGARCIABEJOS

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