El expresidente Donald Trump ganó de manera abrumadora la elección primaria de Carolina del Sur, donde superó a su presunta competidora, la exgobernadora Nikki Haley, hasta por 20 puntos de distancia en la votación.
Fue sin duda un gran triunfo. Pero... "Si Estados Unidos estuviera dominado por cristianos viejos, blancos, que niegan las elecciones y que no fueron a la universidad, el expresidente Trump ganaría las elecciones de manera tan aplastante como su victoria en las primeras cuatro contiendas republicanas", consignó el diario Axios.
De acuerdo con los reportes y análisis de la prensa estadounidense, algo menos que 40 por ciento de los votantes republicanos votó por Haley, la que hoy parece como única alternativa republicana frente a Trump. Lo cierto es que hoy por hoy, el votante promedio de Trump es blanco, adulto y no tiene educación superior. Está seguro de que las elecciones de 2020 fueron trampa y que Joe Biden es un Presidente apócrifo.
Esto por si solo sería una advertencia a Trump y sus leales: no pueden ganar las elecciones presidenciales de noviembre con sólo ese voto, y necesitan convencer a ese 30/40% de los republicanos que aún tiene la esperanza, por remota que sea, de que Haley puede ser protagonista de un milagro.
El problema de Trump es convencer a otro 30 por ciento del electorado estadounidense. Políticamente, se considera que los votantes estadounidenses están divididos entre tres grandes grupos de tamaños similares: republicanos, demócratas e independientes, y quien gane este grupo será el ganador de la elección.
Trump tiene las posibilidades, sobre todo, ante la negativa imagen del desempeño económico del gobierno de Biden, su casi seguro rival demócrata.
Pero para aprovechar bien a bien esa ventaja deberá moderar su retórica, sus expresones amenazantes, alejarse de posiciones que favorecen algunos de sus partidarios, como el aborto y él, en lo personal, abrir la mano en vez de cerrarla. O sea, acercarse al centro.
En otras palabras Trump ya tiene el voto de una derecha "enojada", con el sistema, pero si quiere ganar en noviembre debe encontrar la forma de atraer a independientes o centristas. Encontrar esa respuesta es indispensable si se aspira a una victoria.
De hecho, una de las razones por las que Haley no abandona lo que parece una campaña sin esperanzas es la convicción de que el exmandatario, golpeado también por una serie de acusaciones en proceso de llegar a juicios, es inelegible.
Más aún, alega también que los estadounidenses no desean y más bien rechazan, la idea de una nueva confrontación electoral entre Trump y Biden. Varias encuestas apoyan esa idea.
Pero por ahora no parece haber más alternativa que Biden o Trump, y para muchos estadounidenses, tan débil y anciano como se ve, el actual Presidente es una mejor opción que el exmandatario.
POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE
EEZ