Claraboya

Desde el pueblo

El día está cada vez más cercano. El día en que Donald Trump tomará de nuevo posesión como presidente de los Estados Unidos se acerca con velocidad

Desde el pueblo
Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El día está cada vez más cercano. El día en que Donald Trump tomará de nuevo posesión como presidente de los Estados Unidos se acerca con velocidad y sobre todo con mucha expectativa. El magnate, ahora en su segundo periodo y siendo el primer presidente de ese país con cargos criminales, ha prometido muchas cosas en ese esperado “día 1” de su nuevo gobierno.

“Hay que esperar”, dicen muchas voces, para ver el nivel de agresividad en la ejecución de la nueva administración. Pero hay quienes no piensan así, quienes no quieren esperar y desde ya han levantado la voz para manifestar que no están de acuerdo y que piensan ofrecer una resistencia pacífica desde la solidaridad.

En los días recientes de esta semana, (e incluso desde la campaña de Trump), supimos de movilizaciones por parte de organizaciones pro migrantes que buscan abogar por la dignidad y derechos de la comunidad frente a los abusos y detenciones arbitrarias. En la Ciudad de Filadelfia, por ejemplo, se realizó una marcha de este tipo que fue desde el ayuntamiento de esa urbe y finalizó a las afueras de las instalaciones de las autoridades migratorias de Estados Unidos al grito de “no tenemos miedo”.

¿Por qué deberíamos prestar atención a estos movimientos?

Hay que dimensionar el esfuerzo y la osadía en primer lugar. Seguro que resulta difícil para la comunidad involucrada, muchos de ellos sin un documento que avale su estancia legal en Estados Unidos, recorrer calles y gritar en las narices de los encargados de las deportaciones cosas como “Filadelfia es mi ciudad, no quiero que sea mi jaula” o “No tenemos miedo, tenemos derechos”, su valentía, derivada en muchos casos de un caso de separación familiar o de la posibilidad de sufrir una, es la voz que habla por los 16 millones de migrantes en todo Estados Unidos.

El boom de la información también los ha empoderado, se saben importantes y justifican sus demandas con lo que más les gusta a los estadounidenses, los números y estadísticas, respaldan sus proclamas con datos como que en Filadelfia, por ejemplo, representan el 16% de la población siendo más de 240 mil habitantes o que son dueños de más del 30% de las pequeñas empresas. Esto se traduce en un dinamismo económico y en una sociedad multicultural vibrante que le da a la ciudad un toque único de diversidad y que, al mismo tiempo, abre un espacio para todos.

También esta semana en la referida ciudad, vimos una protesta pacífica de una organización pro inmigrante a las afueras de “Independence Hall”, nada más y nada menos que el histórico lugar donde se firmó la declaración de independencia de Estados Unidos, a sus afueras, un grupo de migrantes con diferentes estandartes exigiendo que se cierren los diferentes centros de deportación cercanos.

Respondiendo a nuestra pregunta inicial, aquí encontramos otra respuesta. Que icónico e irónico resulta que, en un lugar tan histórico para la libertad y la democracia occidental, un grupo de personas se plante a pedir no separar familias y a respetar sus derechos básicos.

Por el peso histórico de la locación, no olvidemos que es uno de los lugares más turísticos de esa ciudad, por lo que el impacto del mensaje se multiplica, cualquier persona de aquí o de allá alrededor del mundo, puede enterarse de lo que está pasando, despertar su curiosidad y quién sabe, tal vez alguien que quiera sumarse a esas voces. Por si esto fuera poco, todos estos eventos cuentan con cobertura de medios masivos de comunicación como televisión, radio y diarios.

Está muy claro que la primera línea de defensa hoy viene desde el pueblo.

POR: AZUL ETCHEVERRY

AETCHEVERRYARANDA@GMAIL.COM 

@AZULETCHEVERRY

MAAZ

 

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