Mucho se ha hablado de las reacciones de este lado del Río Bravo sobre la elección del presidente Trump, sobre el histórico hecho que representó que los estadounidenses eligieran a su primer presidente con cargos criminales. Aunque es cierto que habrá consecuencias en nuestro país, no nos podemos olvidar de aquellos que han decidido dejar territorio mexicano para emprender la búsqueda de una “mejor vida”, si, ahora más que nunca entre comillas.
Hablemos claro. Si bien es cierto que la migración no se va a detener, pues responde a un fenómeno económico y social mucho más complejo que lo político, la realidad es que los peligros y dificultades para los migrantes si pueden ser diferentes ahora. Ya en años recientes, con una administración demócrata, vimos actos racistas de la patrulla fronteriza, policía, autoridades y ciudadanos estadounidenses, ¿qué podemos esperar ahora que los republicanos han vuelto con el especialista del efervescente discurso antimigrante?
No es que seamos fatalistas, pero la realidad de la sociedad estadounidense se ha visto reflejada en la elección, ignorancia y división. El estandarte de la campaña fueron las deportaciones masivas, propuesta pensada y votada desde la ignorancia, pues Estados Unidos no tiene el presupuesto ni la infraestructura para deportar a más de 12 millones de personas (y no le conviene hacerlo), sin embargo, los engañados serán envalentonados por estas falacias para realizar detenciones arbitrarias y actos discriminatorios por doquier.
No hay que olvidar que además de mexicanos y latinos, hablar de la comunidad migrante también incluye a la comunidad asiática, árabe y africana, todos ellos han sufrido de ataques dirigidos específicamente hacia sus grupos.
Todos están preocupados y en un ambiente de incertidumbre respecto al 21 de enero, pero eso no les ha impedido empezar a movilizarse y crear su propio ejército y líneas de resistencia, con mucha valentía, muchas organizaciones han empezado a alzar la voz para promover y defender su propia agenda.
Una de las principales trincheras en esta lucha serán las denominadas “ciudades santuario”, en donde todos los migrantes pueden encontrar garantías de seguridad y las autoridades tienen un compromiso de no solicitar información de estatus ni compartir estos datos con autoridades migratorias. Las organizaciones pro migrantes y comunidad en general, no han chistado en exigir declaraciones de los gobernadores estatales y locales que aseguren que estas posiciones de bienvenida permanecerán, pero estas han tardado en llegar.
Del mismo modo, frontal y sin miedo, han lanzado cuestionamientos crudos sobre la protección de derechos civiles, ¿quién y, sobre todo, cómo se van a proteger los derechos civiles ante las inminentes amenazas?. El supuesto hipotético de que Trump tome control de la guardia nacional para abocarse en deportaciones tiene muy nerviosa a toda la comunidad que teme una deportación pero también abusos y peligros para su integridad y la de sus familias.
Por todo este escenario, la resistencia ya ha comenzado a organizarse y preparar su defensa, la misma comunidad unida será el primer frente, respaldado por las organizaciones comunitarias que cada vez tienen más voz en Estados Unidos y las propias organizaciones no gubernamentales, sin olvidarnos por supuesto de la red consular mexicana en ese país, la más grande y robusta de un país en otro, ninguna otra nación tiene más representaciones en otra que México en Estados Unidos, el gobierno invierte millones en ello por que, hoy más que nunca, de nuevo, la prioridad es la protección de nuestros del otro lado.
POR: AZUL ETCHEVERRY
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