Columna Invitada

Solidaridad y empatía

El resultado no fue el que todos esperábamos, las esperanzas quedaron destruidas y las posibilidades de recuperar años de carrera judicial se truncaron

Solidaridad y empatía
Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Después de una semana de claroscuros donde el futuro parece sombrío, debemos recordar, ante lo que viene, que lo más valioso, lo único que no podemos darnos el lujo de olvidar o abandonar es la unión y solidaridad entre mexicanas y mexicanos, dejando a un lado nuestros intereses, deseos y aspiraciones individuales en pro del bien común, del futuro de nuestro país.

Con base no sólo en la letra, sino también el espíritu de nuestra Constitución, sin dudar del rol que ella misma nos asigna para su defensa, algunos de quienes integramos la Suprema Corte de Justicia de la Nación hicimos un esfuerzo por defender dos de los pilares del Estado de Derecho: la continuidad y permanencia de la independencia judicial y de la división de poderes. Sean cuales sean las razones, el esfuerzo resultó insuficiente; una divergencia insuperable entre los criterios nos impidió alcanzar el consenso necesario.

El resultado no fue el que todos esperábamos, las esperanzas quedaron destruidas y las posibilidades de recuperar años de carrera judicial se truncaron. Pero precisamente es en este momento en donde debemos hacer una pausa y reflexionar antes de dar rienda suelta a pasiones que nos conduzcan a posturas aún más radicales. No se trata, en este momento, de buscar culpables; a nada nos habrá de conducir un nuevo celo inquisitorial. Dejemos pasar esta especie de luto, no para mantenernos en él indefinidamente, sólo para tomar un respiro, recuperar fuerzas y buscar no a quién hacer responsable, sino qué nuevas soluciones podemos aportar.

Para ello, voy a recordar en este artículo muchas de las palabras de sosiego y fortaleza que la escritora norteamericana Rebecca Solnit nos brinda en momentos de infortunio y desesperanza.

Dice Solnit: “Quieren que te sientas impotente y que te rindas y que dejes que lo pisoteen todo y no se lo vas a permitir. Tú no te vas a rendir, y yo tampoco. El hecho de que no podamos salvar todo no significa que no podamos salvar nada y que todo lo que podamos salvar valga la pena salvarlo. Es posible que necesites llorar o gritar o tomarte un tiempo libre, pero tienes un papel pase lo que pase, y en este momento vale la pena reunir a buenos amigos y buenos principios. Recuerda en esta marea de odio lo que es el amor. El dolor que sientes es por lo que amas”.

Es momento de mirar hacia adelante, reorganizar nuestros proyectos de vida, salvar lo que es valioso y sacudirnos el lastre del pesar y de lo perdido. Ha habido peores situaciones en el mundo. Cayó un loco que pensaba en razas superiores, se vino abajo un muro, un estudiante enfrentó a un tanque a costa de su vida, y las dictaduras latinoamericanas quedaron desacreditadas. Siempre hay ascuas que pueden prender en terreno seco las ansias autoritarias, pero siempre estaremos presentes para evitarlo. Nada es eterno, hay ciclos y, sin duda, acabará el de los rabiosos que quieren imponerse a fuerza de la amenaza, la trampa o el soborno. Todo, al final del día, termina por caer por su propio peso.

Pero para nosotros esto no termina; vamos a ser atacados y señalados, pero es parte del trabajo que tenemos mientras estemos caminando en el sendero por un mejor país.

Citando nuevamente a Rebecca Solnit: “Puedes seguir caminando tanto si hace sol como si llueve. Cuídate y recuerda que cuidar algo más es parte importante de cuidarte, porque estás entretejido con los diez billones de cosas en esta única prenda del destino que ha sido manchada y rasgada, pero que aún se está tejiendo y reparado y lavado”.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ

MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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