Desde Afuera

¿Fascista o no?

La retórica de Trump es sospechosamente cercana: nativista, patriotera, xenofóbica y cuasi racista, con un autoritarismo apenas disfrazado

¿Fascista o no?
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

En las últimas semanas, una afirmación ronda los corredores políticos estadounidenses sin que haya respuesta concluyente, pero sí muchos indicios a favor: ¿Es Donald Trump un fascista? Muchos están convencidos de que sí. Incluso algunos de sus excolaboradores.

Después de todo, su retórica es sospechosamente cercana: nativista, patriotera, xenofóbica y cuasi racista, con un autoritarismo apenas disfrazado. Pero no es el único ambiente donde la acusación de fascismo vuela.

Algunos regímenes autoritarios se escudan en la palabra para denostar a sus adversarios y tratar de justificar sus acciones gracias a la carga negativa del adjetivo.

Los fascistas "crean sus propias reglas y las cambian cuando lo desean… se mantienen en el poder mediante el uso de la fuerza combinada con propaganda basada en ideas primitivas de ‘sangre’ y ‘raza’, mediante la hábil manipulación del miedo y el odio y mediante falsas promesas de seguridad.

La propaganda glorifica la guerra e insiste en que es inteligente y “realista” ser despiadado y violento" , indicaba un texto citado por la historiadora Heather Cox Richardson.

Cox se refirió al pasado y en especial a un panfleto elaborado por el Ejército estadounidense para educar a sus soldados durante la Segunda Guerra Mundial.

El entonces Departamento de Guerra consideró importante que los estadounidenses comprendieran las tácticas que podrían utilizar los fascistas para tomar el poder en Estados Unidos, a través por ejemplo de un disfraz del 'superpatriotismo' y el 'superamericanismo'. La mecánica sería simple: primero, enfrentar entre sí a grupos religiosos, raciales y económicos para romper la unidad nacional, escribió Cox. Parte de ese esfuerzo de dividir y conquistar sería una "campaña de odio bien planificada contra las razas minoritarias, las religiones y otros grupos".

En segundo lugar, negarían cualquier necesidad de cooperación internacional. Los fascistas, agregaba, buscan crear una especie de ultranacionalismo que le dice a su pueblo que ellos son los únicos que cuentan.

En tercer lugar, los fascistas insistirían en que "el mundo sólo tiene dos opciones: el fascismo o el comunismo, y etiquetan de ‘comunistas’ a todos los que se niegan a apoyarlos".La definición presentada en aquel panfleto citado por Cox no tiene desperdicio.

"El fascismo, explicaba el documento del gobierno estadounidense, “es el gobierno de unos pocos y para unos pocos. El objetivo es apoderarse y controlar la vida económica, política, social y cultural del Estado. El pueblo dirige los gobiernos democráticos, pero los gobiernos fascistas dirigen al pueblo”.

"Los principios básicos de la democracia obstaculizan sus deseos; por lo tanto, ¡la democracia debe desaparecer! Cualquiera que no sea miembro de su pandilla interior tiene que hacer lo que se le dice. No permiten ninguna libertad civil ni igualdad ante la ley". 
Así que ¿es Trump un fascista? Tal vez no. Pero actúa como uno, habla como uno y está en sus manos. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                               

@CARRENOJOSE

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