Columna Invitada

Tres puntos de Argentina en México

En representación de la canciller Alicia Bárcena, acudí a tres eventos clave, que le dan continuidad a esta tradición binacional y que se asemejan

Tres puntos de Argentina en México
Juan Patricio Riveroll M. / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

A lo largo de varias décadas, México ha demostrado una firme vocación de anfitrionía. Pocas naciones se le asemejan. En términos europeístas, a partir de la Conquista, éste se convierte en un país de inmigrantes, sobre todo españoles, y paulatinamente irá abriéndose al resto del mundo, si bien podríamos entender a este lugar como las tierras del eterno forastero. Los mexicas venían del norte, desde lo que hoy es el estado de Utah. El náhuatl, por consiguiente, no tiene nada que ver con las lenguas que ya se hablaban acá. Claro, la especie humana siempre ha sido migrante, sin embargo aquí la cultura que se erigiría como la civilización central no era oriunda de este sitio. Si el México independiente se vuelca sobre sí mismo y se ve forzado a repeler ataques extranjeros a lo largo del siglo XIX, la Guerra Civil española lo vuelve a convertir en un Estado receptor de extranjeros en busca de refugio temporal o de un hogar más arraigado. Célebre es la frase de Chavela Vargas, la mexicana a quien se le antojó nacer en Costa Rica. 

Desde esta perspectiva, cuando el cielo se nubló sobre el Cono Sur, de la Patagonia a la Amazonía, de Santiago a Montevideo, y en particular cuando el vendaval de la dictadura se desató en 1976 en Argentina, una diáspora de hermanas y hermanos de ese pueblo querido —tan cercano en lo esencial y tan lejano en términos geográficos— comenzó a llegar. Algunos permanecerían después del 10 de diciembre de 1983, fecha en la que volvería la democracia, y otros más harían de México su casa de manera permanente. Diversas crisis económicas han seguido nutriendo a la comunidad argentina en México, siempre una opción para quien busca un lugar para vivir fuera de sus fronteras. Desde que Alfonso Reyes y José Vasconcelos subrayaron esta hermandad, el vínculo entre nuestros países no ha cesado de estrecharse. 

En representación de la canciller Alicia Bárcena, tan comprometida con los derechos humanos en cualquier latitud, acudí a tres eventos clave, que le dan continuidad a esta tradición binacional. El primero fue el coloquio que encabezó Estela de Carlotto, a sus 92 años, fundadora y presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, organización encargada de buscar a los cientos de nenes apropiados por miembros de la dictadura militar durante esa época terrible, luego de que una de sus hijas fuera desaparecida estando embarazada. No hay calificativo que le venga grande a la lucha de esa mujer enorme, incansable. El 20 de junio nos dejó atónitos con la charla titulada Democracia, Memoria y Derechos Humanos: una mirada argentina, en la Universidad del Claustro de Sor Juana, en donde compartió algunas de sus experiencias con el público y con quienes se sumaron en redes sociales. Al día siguiente la recibió el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia matutina. 

Con ella estaba, en ambas ocasiones, Victoria Montenegro, la segunda pieza de esta línea de tres. Además de acompañar a de Carlotto y contar parte de su historia, y de reunirse con personajes de la política nacional, la legisladora bonaerense vino a presentar Hasta ser Victoria, un libro estremecedor sobre su experiencia como uno de los bebés que se apropió la dictadura. Durante 25 años su nombre fue María Sol Tetzlaff, supuesta hija de un militar de ascendencia alemana, que en realidad fue el dirigente del operativo que secuestró, torturó y mató a sus padres. El dolor que esconden esas páginas sobrepasa al entendimiento, y ella lo sabe. Las contradicciones que atraviesan su vida son parte de una serie de heridas que quizá no cerrarán nunca, que viven dentro de ella y configuran su historia, que no es solo suya, sino que forma parte de la memoria de todo un pueblo. El libro se presentó el 21 de junio, horas después de haber pasado por Palacio Nacional, en medio de la librería Rosario Castellanos en el Centro Cultural Bella Época, frente a un auditorio abarrotado, gracias a las facilidades otorgadas por el Fondo de Cultura Económica. 

Y claro, a cada paso las acompañó Carlos Tomada, el embajador de Argentina en México, quien además participó en la inauguración de la muestra ESMA, Memoria Argentina para el mundo. Patrimonio para no olvidar, el domingo 30 de junio en la biblioteca de la Casa Miguel Alemán en Los Pinos. La Escuela de Mecánica de la Armada funcionó durante la dictadura como Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio, por donde pasaron alrededor de cinco mil hombres y mujeres. Hoy es un museo y punto de encuentro en la ciudad de Buenos Aires. En palabras de la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, “era importante que aquí se montara esta exposición porque esta es la casa principal de este complejo cultural, pero es también donde tenemos una línea permanente de trabajo, que es la cultura en contra del fascismo. Esta es la casa de la cultura política. Tenemos la obligación de formar generaciones, y la cultura puede ayudar mucho en ello, en este espacio que se vive ahora con libertad. La libertad es esto, es mostrar los nunca más, porque pueden estar a la vuelta de la esquina. Esta es una conmemoración para recordar lo cerca que puede hallarse la vuelta del fascismo en el mundo”. La muestra estará en exhibición hasta fines de septiembre.

POR JUAN PATRICIO RIVEROLL M.

DIRECTOR GENERAL DE DIPLOMACIA CULTURAL

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