Con preocupación fuimos enterándonos lentamente de la tragedia producida por OTIS, principalmente en Guerrero. Poco a poco dado que las comunicaciones telefónicas (móviles y teléfonos fijos), por tierra, aire o mar no se han restablecido plenamente al momento de escribir estas líneas.
Se suspendió también el suministro de energía eléctrica; la radio local, a la que se podría en mejores condiciones tener acceso con baterías, también cayó y calló, ya que las antenas necesarias para el funcionamiento de este medio fueron derrumbadas igualmente por la violencia de este meteoro con vientos de alrededor de 300 km por hora.
Lo más grave de la incomunicación es que no tenemos aún la cifra completa de cuantas personas fallecidas o heridas ha dejado el paso de la tormenta. Hasta el momento de escribir estas lineas alrededor se cuentan 30 muertes, desafortunadamente creo que habrá más.
Así, en pleno siglo XXI, cuando hablamos de “inteligencia artificial” y contamos con avances tecnológicos insospechados, la naturaleza y la falta de previsión viene a demostrarnos que no podemos con ella.
Hay muchas preguntas sin respuesta. ¿Un sistema de protección civil más experimentado y con mayor capacidad para alertar a la población podría haber previsto o mitigado esta desgracia? ¿Por qué el presidente López Obrador terminó enlodado en una carretera intransitable? ¿Quién lo aconsejó para usar este transporte? ¿Los meteorólogos en México y/o en el mundo vislumbraron este escenario catastrófico? ¿El personal y secretarios de gobierno responsables de enfrentar el evento están capacitados para atender una situación así? ¿No se conocen en el Gobierno de Guerrero o en el Federal los teléfonos satelitales? ¿Se vale que el presidente esté desinformado? Creo que sin una investigación a fondo de por medio esto no lo vamos a saber.
Lo que sí sabemos es que, a más de 24 horas de esta devastación apenas se declaraba el estado de emergencia en las zonas más afectadas; conocemos también que el 25 de octubre hasta muy tarde, no sólo no se publicó un boletín o informe oficial sino que peor aún, la gobernadora del Estado no había hablado (todavía no la he visto en alguna entrevista o mensaje) para informar, acompañar o tranquilizar a la población.
El Fondo para Desastres Naturales ya no existe y por lo tanto, no hay recursos destinados a atender esta devastación que sufren, de acuerdo a los primeros datos cerca de tres millones de personas.
La protesta por la desaparición del FONDEN (a partir de julio del 2021) como un valioso instrumento financiero dentro del Sistema Nacional de Protección Civil, se deberá de escuchar más fuerte que nunca a partir de OTIS y la desgracia que nos trajo a México.
Una ayuda eficaz y oportuna para la rehabilitación de los estados afectados (Oaxaca y Michoacán también) es un reclamo justo y urgente. La declaratoria tardía de emergencia debe ser el detonante para la implementación de estos dineros que deberán apoyar decididamente a los afectados. Mientras tanto estamos tristes, preocupados y desfondados.
POR TERE VALE
COLABORADORA
@TEREVALEMX
MAAZ