Aunque prácticamente ya la declararon culpable del plagio de su tesis con la que se tituló como licenciada en Derecho, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le dará a la ministra Yasmín Esquivel un “espacio” para que pueda defenderse y dar sus alegatos ante las acusaciones en su contra. Pase lo que sea en ese recurso, será difícil que se le retire el título universitario, en propias palabras del rector Enrique Graue. Vaya, para esta oportunidad la ministra no tendrá la obligación de presentarse personalmente y hasta podría enviar un representante.
Pase lo que pase con la UNAM, la imagen de la funcionaria no se recuperará de este golpe. La credibilidad de los asuntos que caigan en sus manos estará comprometida, aunque cuente con el apoyo del presidente López Obrador y de su administración. La ministra está consciente de ello y ha recurrido a buscar ayuda de profesionales quienes se han topado con una cerrazón en las estrategias que le han planteado, cometiendo cada vez más yerros en lugar de aciertos.
La fallida estrategia comenzó desde finales del año pasado, cuando un colaborador de la consultora Llorente y Cuenca difundió información que, a la fecha, sigue en duda o que por las acciones tomadas por la FES Aragón y la propia universidad, resultó falsa.
Luego, en una serie de acciones planeadas, el Presidente y el secretario de Gobernación la defendieron en la mañanera, emplazaron a la UNAM a definirse y ese mismo 16 de enero la ministra dio las únicas declaraciones del caso, diciendo que “no tenía nada de qué avergonzarse” y que seguiría asistiendo a las sesiones de la Corte. Sus palabras no fueron las más afortunadas, avivando más la crítica.
Especialistas y conocidos se han acercado a ella de buena fe, pero se alejan al darse cuenta que la ministra tiene un plan para abordar el caso desde el punto de vista político y no acepta una asesoría real desde la óptica mediática y de la opinión pública. Así, mejor no involucrarse.
Y el tema va para largo, porque la Corte tiene que resolver los recursos que se han interpuesto en las instancias internas. Es aquí donde se verá la postura real del resto de los ministros.
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Contraseña: Está otra vez en el ojo del huracán un personaje no desconocido para la 4T. Se trata de Rubén Darío Ocaranza Sánchez, quien manejó la crisis de Emiliano Salinas por su involucramiento con la secta NXIVM, estrategia que resultó un desastre ante la opinión pública. Desde hace un par de semanas, este consultor orquesta una campaña contra Pemex, que dirige Octavio Romero. El tema llegó al escritorio de Adán Augusto López, por lo que se investigará a fondo este asunto en el cual denostan a un integrante del Grupo Tabasco. Por cierto, Ocaranza Sánchez trabajó para Santiago Nieto en la UIF y tiene socios estratégicos que en su momento asesoraron a Roberto Gil Zuarth. También en su registro está una denuncia ante la Función Púbica por manejo de información sensible.
POR CARLOS ZÚÑIGA PÉREZ
COLABORADOR
@carloszup
MAAZ