LÍNEA DIRECTA

Amar el poder

El apego al poder es una especie de vicio que no se cura, sino con la muerte o la pérdida de las facultades mentales

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Dice un dicho en inglés: There are no retired politicians, there are only tired politicians. No hay políticos retirados, sólo políticos cansados.

El apego al poder es una especie de vicio que no se cura, sino con la muerte o la pérdida de las facultades mentales, en un intento permanente de seguir cerca de los espacios donde se toman decisiones trascendentales.

Por eso es que las democracias se basan en la necesidad de limitar las aspiraciones de los políticos que, una vez encaramados en el poder sueñan con permanecer ahí de una u otra manera.

Incluso, un régimen autoritario como el del PRI del siglo pasado, se vio obligado a cumplir con el dogma de la no reelección para evitar la permanencia indefinida de aquellos que alcanzaban puestos de elección popular.

Figuras como Luis Echeverría o Carlos Salinas de Gortari se vieron envueltos en esa fascinación por el poder sin límites temporales.

Ante la imposibilidad legal y política de lograrlo, supusieron garantizar la continuidad a través de sus sucesores, lo que en ambos casos fracasó rotundamente.

La democracia mexicana eliminó esa posibilidad al hacer válido el derecho al voto de la ciudadanía y con ello hizo posible la competencia electoral verdadera.

El triunfo de Morena y Andrés Manuel López Obrador detuvo esta tendencia para regresar a la fórmula donde únicamente hay una opción. El Presidente en funciones destapa y finalmente elige al candidato ganador y ya no es necesario un árbitro electoral ciudadano.

Es este el mecanismo que busca no únicamente mantener el proyecto transexenal de la 4T, sino también garantizar la presencia de Andrés Manuel López Obrador, más allá de 2024.

Mientras la porra grita ¡reelección!, AMLO responde que no es necesario porque sabe que esa es una línea que no puede cruzar, y que por ello requiere fortalecer la carta que asegure su vida política futura.

Toda la esperanza del caudillo está puesta en Claudia Sheinbaum como única apuesta segura de certeza política y personal.

Ni Marcelo Ebrard, ni Adán Augusto López, y mucho menos Ricardo Monreal le garantizan lealtad ciega a sus órdenes futuras.

López Obrador sabe de las traiciones de López Portillo a Echeverría y de la tragedia ocasionada a Salinas tras el asesinato de Colosio y su sustitución por Ernesto Zedillo. Entre sus temores, Claudia es su seguro más confiable.

La incapacidad de los políticos por desprenderse del poder ejercido se incrementa a partir de su propia creencia en que son indispensables para la nación. Es ese pensamiento antidemocrático el que legitima dictaduras o intentos de perpetuarse en el mando. Ese es el peligro.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT

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