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Masacre

Las masacres, pese al discurso oficial, existen y siguen ocurriendo. La realidad no se cambia con buenos deseos, tampoco con saliva

Masacre
Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

“Nosotros recibimos la llamada de una persona reportando que un comando se acercaba a la cabecera por la carretera que viene de Tizapán el Alto, alrededor de las 4:25 de la tarde. Para esto, alrededor de 10-15 minutos después, se recibió un segundo reporte donde se informó que el comando ya se encontraba en la cabecera ocupando la esquina de la calle de Reforma, donde se suscitó el hecho. Ahí mismo se encontraban otras camionetas con otras personas, personas armadas. Al recibir estas llamadas ciudadanas, las unidades de policía municipal se desplazan y a una distancia considerable, donde pueden percatarse de la magnitud del operativo de estos presuntos criminales y de la diferencia cuantiosa de poder de fuego y la posibilidad de inhibir este acto delictivo, estos elementos cuidando su integridad y siguiendo los protocolos que marcan este tipo de situaciones, avisan a la coordinación regional de Jiquilpan de los hechos y reciben de parte de ellos la instrucción de que se mantengan replegados a la espera de los refuerzos que llegarían. Inmediatamente después empiezan los balazos”, me relató en la radio, en MVS Noticias, el presidente municipal de Marcos Castellanos, Michoacán, Jorge Luis Anguiano. Lo demás es sabido: en el lugar habrían sido fusiladas 17 personas el domingo pasado en un velorio, en la comunidad de San José de Gracia.

¿Cuánto tiempo tardaron en llegar los refuerzos?, le pregunto. “Fiscalía, policía de Michoacán y Guardia Nacional llegaron entre 7:30pm y 8pm”, me dice. Tres horas después de los hechos.

¿Cuántos policías tiene el municipio?, le cuestiono. “22 policías”, responde. Pero aquel domingo, confirma, solo dos patrullas de la policía municipal con seis elementos pudieron llegar al lugar. Fueron testigos de la tragedia.

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“Las policías municipales tienen demasiadas carencias de infraestructura y personal. No es que los policías no quieran estar a la altura. Los delincuentes han escalado en armas y poder, nosotros hemos dejado de recibir recursos y partidas para fortalecer nuestra estructura”, asegura. No le falta razón. Su municipio nunca había visto tragedia similar.

Las masacres, pese al discurso oficial, existen y siguen ocurriendo. La realidad no se cambia con buenos deseos, tampoco con saliva.

Apenas minutos después del multihomicidio, comenzó a circular en redes el momento de la ejecución múltiple. Alguien lo grabó y tomó la decisión de difundirlo. No pocos medios y periodistas lo retomaron. No solo informaron sobre el hecho, cosa natural, sino que compartieron las imágenes del momento exacto del fusilamiento. ¿Para informar y comprender que 17 hombres y mujeres fueron asesinadas, era necesario presentar y observar el momento de la ejecución? No lo creo.

Por el contrario, no difundir el momento de la ejecución es un mínimo de respeto a las familias de las víctimas. El criterio es simple: ¿a quién le gustaría ver cómo masacran a su familiar o amigo? Creo que a nadie. ¿Por qué, entonces, compartir el momento justo del asesinato de otras personas? ¿Es taquillero? Claro. Y quizá eso sea más preocupante aún. Consumir tal nivel de violencia y morbo, no es sino síntoma de una preocupante deshumanización y parte de la normalización de la violencia.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN

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