LÍNEA DIRECTA

Sin diques

Es siempre una tentación para el que no entiende o desprecia los límites del poder mismo

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La democracia se basa fundamentalmente en instituciones que son lo suficientemente sólidas como para limitar los excesos de poder de aquellos individuos que, a pesar de haber accedido a los cargos de elección popular, a través del voto conforme a las reglas establecidas, tienen como objetivo desmantelarla y proceder a la construcción de un régimen autoritario.

En este proceso, donde el autócrata trata de anular a las instituciones democráticas, él mismo va perdiendo en forma simultánea la protección que este tipo de organismos le brinda frente al embate de sus adversarios.

La lucha política pasa entonces del terreno público al privado y la fuerza del gobernante supone ser el principal argumento disuasorio frente a la crítica y la oposición en su conjunto.

En este momento nos encontramos. Los entes autónomos, o han desaparecido, o han sido anulados en términos de su capacidad de servir como instrumentos generadores de equilibrios de poder.

Los poderes Legislativo y Judicial han reducido su efectividad en forma significativa, e, incluso, los secretarios de Estado y oficinas de comunicación han quedado relevadas de esta función destinada a contener los golpes contra la figura presidencial.

Es el presidente Andrés Manuel López Obrador quien asume cada mañana esa responsabilidad en forma directa. Primero era una forma de conectarse con su base social, pero en la medida en que el resto del aparato de Estado fue desarticulado, la mañanera se convirtió en la forma directa de gobernar, de dar órdenes, de descalificar periodistas, empresarios, gobiernos extranjeros, y de proteger a aquellos que dentro del manto de la Cuarta Transformación fueron considerados intocables.

Por eso el Presidente perdió los estribos tras la publicación del reportaje sobre la casa de su hijo en Houston, porque no hay mecanismo de contención para ejercer un control de daños, y porque el primer mandatario se convirtió en juez y parte de un conflicto de interés en donde se declaró dispuesto a utilizar toda la fuerza del Estado para terminar con el responsable, en este caso el periodista Carlos Loret de Mola.

Gobernar sin diques es siempre una tentación para el que no entiende o desprecia los límites del poder mismo.

Sin embargo, este privilegio termina por convertirse en un veneno casi imposible de neutralizar por no contar con las indicaciones para regularlo antes de que provoque la muerte.

La democracia mexicana ha perdido ya una buena parte de sus instituciones y corre el peligro de naufragar antes de que López Obrador comprenda el daño que está ocasionando al país en su conjunto.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT

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