COLUMNA INVITADA

La tómbola de las lealtades

Siempre he pensado, comprobando la teoría de reojo, que son seis años porque son lo suficiente para que el que ostenta el poder y los “inelegibles” cercanos a él, crean que es eterno, pero también para que quienes lo desean, lo deseen suficiente

OPINIÓN

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Óscar Sandoval / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El problema de un “imán” es que en lenguaje no tiene antónimos. Físicamente rechaza o atrae, pero “imán” rechazado, fácilmente se voltea para sentirse atraído. Pasa lo mismo con la silla presidencial a la mitad del sexenio. Política, dirían algunos.

Mientras ostentas el poder pocos los que se oponen, muchos los que se voltean para sentirse atractivos o atraídos (se llaman Rubén, se apellidan Moreno o Cortés, y, a veces se les dice diputados y senadores). En cambio de régimen, mantenerte en oposición no se trata de valentía, sino desfachatez. 

Siempre he pensado, comprobando la teoría de reojo, que son seis años porque son lo suficiente para que el que ostenta el poder y los “inelegibles” cercanos a él, crean que es eterno, pero también para que quienes lo desean, lo deseen suficiente. 

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En México, ya ha sido presidente el que no “deseando” lo “deseable”, llegó. Te menciono Ernesto, para que entiendas Adán. No te menciono C_ _ _ _ _ _a, para que el sol no te deje de acariciar, pero no olvides que para quien hace su propia sombra, el astro eterno hace de la regla la excepción, porque su fuerza no está en la silla, sino en el pueblo. A José Antonio lo nombraron en Los Pinos, en su sonrisa pícara y la de sus cercanos, su realidad inevitable: la derrota. 

En la pasarela de lealtades, está en juego una presidencia y una “transformación”. El país, tú, yo, somos segundo plano. Pensar en trascender a la historia, en las circunstancias actuales de país, es toser cuando el chile para la salsa apenas se está tostando. Hoy, heredar el régimen es claudicar una presidencia. ¿Merece México eso? 

Al pueblo lo que pide y lo que merece. Hoy, a nivel global hay ejemplos de que ni la cartera afecta la aprobación porque puede más el discurso que la realidad. 

El riesgo está en que la fortuna de poder sea in heredable porque no hay lealtad que alcance ante la paridad de tipo de cambio de poder. Sostener lo insostenible a pesar de que la realidad los haya alcanzado, o que tus acciones sean interpretadas como acto de traición, parecieran ser las únicas opciones. Ricardo sabe de esto. 

Culpable o no, México se defiende en apariencia, pero no en fondo. No, no #TodosSomosLoret porque la violación a las leyes y la Constitución no empezó con un reportaje, ni termina con su salario (que, si somos serios, es irrelevante). En determinado caso, Loret es nosotros, solo más visible. En el germen está también el veneno de este “movimiento” y en aferrarnos a oponernos como lo hacíamos en el régimen anterior, está la fuerza del nuevo. 

La circunstancia actual, pandemia y cambio en el paradigma ha esfumado las referencias económicas y los indicadores reflejan solo una parte de la realidad. Los muertos es la única referencia de la guerra global que estamos viviendo, lo grave es de que a pesar de que sea mi muerto, está justificado en que “no hay de otra”.

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Y ahí vivimos, en el “no hay de otra” porque es el virus o la época que nos tocó vivir, pero también porque lo que hizo el otro fue tan grave que lo siguiente más grave es poco. Enrique pidió perdón por la Casa Blanca, pero el que peca y reza empata. También hace más digerible y aceptable el siguiente pecado. 

Adicto a la vida eterna en esta tierra prometida que es nuestro país, México claudica una y otra vez en forma de aprobación que es la música del pueblo. 

El siguiente paso en el capítulo de nuestra historia, que se llaman sexenio, está en la capacidad de los que están en posibilidad de ser candidatos para jugar entre la lealtad y la posibilidad de serlo; para después tratar de desactivar las minas políticas que como en 1994, no sembró la oposición, sino los que no querían dejar el poder o creían que sembrarlas es sinónimo de lealtad. La pregunta es, ¿cuándo van a explotar las bombas? 

POR ÓSCAR SANDOVAL SAENZ
CONSULTOR, SOCIO DE 27 PIVOT
OSANDOVALSAENZ@27PIVOT.COM
@OSANDOVALSAENZ

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