LA ENCERRONA

La marcha, el INE y sus símbolos

Son expresiones de una sociedad interesada y de un gobierno que, a partir de ahora, sabe que las calles no sólo son de su movimiento

La marcha, el INE y sus símbolos
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

“Estamos aquí reunidos con un sólo objetivo claro y trascendente: defender el sistema electoral que varias generaciones de mexicanos construyeron.” - José Woldenberg

En este gobierno se ha hecho una costumbre que al hablar del INE cause escozor a nivel nacional. Esta afirmación cobra sentido cuando “colocas la lente” de la polarización. Cada vez que el Presidente menciona al INE ha sido para señalar sus privilegios, a sus consejeros y recordar el lejano 2006, lo que “genera ámpula” entre sus más férreos seguidores. Sin embargo, después de repetirlo tanto, el Presidente también logró generar una respuesta de la —otra gran parte— de la ciudadanía a favor del instituto, así como un sinfín de objeciones para que “no se le mueva ni una coma” al organismo electoral, consignando que #ElINENoSeToca.

El pináculo de esta expresión ciudadana se dio el domingo, cuando en más de 25 ciudades del país la sociedad salió a las calles para cuidar al INE, para proteger el símbolo democrático más emblemático que tiene nuestro país. Una vez más el Instituto Nacional Electoral logró conjuntar a toda la oposición en uno de los polos, tanto panistas, priistas, perredistas, emecistas, partidos locales, empresarios, ciudadanos alejados de la vida política, en las calles y de igual manera y, como “caja de resonancia”, los medios y las redes sociales se dividieron en “tirios y troyanos”, en “fifís” y “chairos”, en conservadores y liberales, en lopezobradoristas y anti lopezobradoristas, en pro INE y anti INE.

Como era de esperarse, también las descalificaciones —en ambas trincheras— no se hicieron esperar. Por un lado, los señalamientos de que el fundamento de la marcha del domingo fue el “clasismo, los privilegios…la blanquitud”, que fue una manifestación “en contra del Presidente” o que las y los marchantes “nunca habían tomado las calles” y que algunos personajes que lo hicieron “no tienen derecho de hacerlo”. El otro de los bandos aludió a que no se permitirá que “el Presidente acabe con las instituciones del país”, que lo único que quiere “López Obrador es allanar el camino para una dictadura eterna” e incluso que el inquilino de Palacio Nacional y sus feligreses son unos “acomplejados”.

Sin embargo, más allá de los vituperios de cualquiera de los dos lados, es de celebrarse que una manifestación haya conjuntado tantas voluntades en pro de una institución que, como mencioné antes, es la “piedra angular” de nuestra democracia. También es razón de encomio observar que la ciudadanía sin membresía partidista salió a las calles a “plantar cara” al gobierno, cualquiera que este sea, cuando cree que sus decisiones no están alineadas con el bienestar social. Igual de loable es saber que en nuestro país, puedan existir estas manifestaciones de ideas, aun cuando sean distintas a las consignas oficiales, que los marchantes palpen que su andar por las calles sea sin represión.

Así, lo vivido el domingo (y sus ecos) es muy sano para nuestra democracia, son expresiones de una sociedad interesada y de un gobierno que a partir de ahora sabe que las calles no sólo son de su movimiento y que gran parte de la ciudadanía está dispuesta a cuestionar sus decisiones. Después de tomar las calles el domingo, ahora es completamente necesario retomar la discusión de manera profunda, analizar la Reforma propuesta por el presidente y, sin filias ni fobias, observar qué es lo conveniente para el INE, para la ciudadanía y para fortalecer nuestra democracia.

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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