La historia es de horror: el cuerpo sin vida de un bebé de tres meses de nacido es localizado dentro de un bote de basura, al interior de una cárcel. Tadeo, se llamaba el pequeño. Lo encontró un interno, de manera fortuita hace 14 días. El bebé tenía cuatro de fallecido. Muerto, lo metieron al penal de San Miguel, Puebla. ¿Cómo ingreso? ¿Por qué ingresó? ¿Quién lo ingresó? Las preguntas se acumulan frente a la ausencia de autoridad.
El gobierno estatal, bajo cuya responsabilidad está la cárcel, ocultó el caso. Los restos fueron localizados el 10 de enero pasado, pero fue hasta días después, cuando la activista Saskia Niño de Rivera, de Reinserta, visibilizó la tragedia y alzó la voz para exigir justicia, que el gobernador Miguel Barbosa habló. Primero lo hizo para decir nada. Se estacionó en el lugar común: “vamos a esclarecer el caso”, dijo. Después, ante la presión, se lanzó contra activistas y medios de comunicación, a quienes incluso amenazó. Fuera máscaras.
“(cuando se esclarezca el caso) todos los que dijeron cosas van a silenciarse, van a silenciarse… tengan cuidado también, en el desempeño de la profesión, la noble profesión del periodismo”, espetó el pasado viernes, frente a los medios.
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Las palabras hay que tomarlas de quien vienen. Barbosa es el mismo que hace una semana criticó a la iniciativa privada por exigir seguridad porque, según él, “nunca han hecho nada”. El mismo que, sobre el accidente fatal donde murió la gobernadora Martha Erika Alonso dijo que se trató de “un castigo de Dios”. El que, ante la llegada del COVID, aseguró que “solo le da a los ricos” y se cura con un plato de “mole con guajolote”. Del gobernador que, por cierto, atraviesa su segundo contagio de COVID, poco sorprende. Pero sus amagos e intentos intimidatorios, no tendrían que pasar desapercibidos.
Puebla es una de las entidades más peligrosas para activistas y periodistas. Son precisamente las autoridades quienes los amedrentan y buscan acallar. “En 2020 Puebla fue la segunda entidad donde más agresiones contra periodistas se cometieron. En 2021, fue tercer lugar. Con la particularidad de que, en buena medida, las agresiones son cometidas por funcionarios públicos estatales. Esto que escuchamos (la amenaza) es el reflejo de la intolerancia que ha tenido Barbosa”, me dijo el pasado viernes Leopoldo Maldonado, director regional para México y Centroamérica de Artículo 19.
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¿Qué pasó con el bebé?
Ante su incapacidad y lentitud, Niño de Rivera rebasó a las autoridades de la Fiscalía poblana y, explicó lo que sucedió en su cuenta de twitter el pasado viernes por la noche: “¿Quién es el bebé? Se llama Tadeo. Nació el 4 de octubre de 2021 y por problemas intestinales murió el 5 de enero de este año. El día 6 de enero fue enterrado en el Panteón de Iztapalapa.
“A los pocos días de hacerse público el hallazgo en el penal de San Miguel, y al ver la noticia los papás sospecharon que el bebé que habían encontrado en el penal era su hijo. Fueron al panteón (…), los amenazaron para que se quedaran callados”.
Ante lo publicado, la FGJ CDMX emitió un boletín esa misma noche, reconociendo los hechos e informando que se abrió una indagatoria. Al otro día, lo mismo hizo la Fiscalía de Puebla. Del gobernador ya no supimos más.
¿Y si en lugar de lanzarse contra activistas y periodistas, Barbosa se pone a trabajar? ¿O dirá que no es su responsabilidad lo que pasa en sus cárceles?
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN
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