SILBATAZO INICIAL

A fuerza, ni los zapatos

El pésimo arranque de Tigres denota signos de alarma. Algunos de sus componentes se encuentran en situaciones parecidas

OPINIÓN

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José Eduardo Iga / Silbatazo Inicial / Opinión El Heraldo de México

Al ser humano le deleita la toxicidad. Si psicológicamente no se encuentra bien trabajado, se involucra en situaciones en donde fuerza las cosas para intentar que funcionen. Por supuesto, en las relaciones interpersonales muchos de nosotros hemos pasado el grado con honores.

El pésimo arranque de Tigres denota signos de alarma. Algunos de sus componentes se encuentran en situaciones parecidas. Los primeros años llega el enamoramiento.

Estadio lleno, ganando trofeos. Siempre nos encontramos preparados para los buenos momentos, pero cuando llegan los malos relucen las vulnerabilidades.

Carlos Salcedo, por su manejo polémico de redes sociales, demuestra que hace tiempo no quería formar más parte de la institución de San Nicolás de los Garza. Incluso, Miguel Herrera en conferencia de prensa habló de que desde el torneo pasado el otrora defensor de Chivas quería partir. Los felinos han mostrado cierta incapacidad para vender cuando lo amerita la ocasión y otra más grande para desprenderse de elementos que le pueden ser útiles. Leo Fernández demostró revancha deportiva al quererse quedar pese a que Herrera le dijo que no entraba en planes, sólo porque según su criterio, no rindió. Imposible hacerlo cuando lo metían 20 minutos una jornada, y en tres posteriores, no lo ponían. Aun así, el uruguayo de 23 años registró una asistencia de gol cada 90 minutos en promedio. Quería estar, y se fue. Salcedo no, y se queda.

Herrera se enamoró como adolescente de Quiñones, un tipo que en el campeonato anterior jugó 1236 minutos, 874 más que Leo, e hizo las mismas asistencias que Fernández, quien en el partido pasado participó en dos de tres goles de Toluca. En repetidas ocasiones, el colombiano ha incurrido en actos de indisciplina, y públicamente enseñó que quería irse a los Choriceros. ¿El resultado? Se queda, todo parece indicar que, contra su voluntad, porque el rendimiento lo delata de modo claro, y su técnico se aferra a él. Prefirieron a un tipo irregular de 31 años, que uno con casi nula oportunidad, de 23.

Carlos González es otro ejemplo. Sus dividendos llevan siendo tristísimos en un año. En 859 minutos perforó la meta rival solo en tres ocasiones, con el arsenal impresionante de compañeros que le pueden ser de utilidad. El Piojo le sigue llenando de oportunidades.

Llevo tiempo manifestándolo. Tigres necesita urgente una renovación de jugadores que no llega. De seguir así, los torneos serán repletos de intermitencia. Les urge romper, pero ya, con las relaciones tóxicas que, aunque dejaron episodios de gloria, en el presente perjudican. Directivos con jugadores que ya no quieren estar y que no sueltan si no les dan las perlas de la virgen por ellos, y técnicos consentidores.

POR JOSÉ EDUARDO IGA
TITULAR DE ARREBATO DEPORTIVO EN EL HERALDO RADIO TORREÓN
@JOSE_IGA

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