COLUMNA INVITADA

La suave Patria

En abril de 1921 en las páginas de la revista El Maestro, apareció un poema titulado “La suave Patria”, firmado por Ramón López Velarde

OPINIÓN

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Bernardo Noval/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Antes de “La suave Patria”, Ramón López Velarde ya había publicado dos libros de versos, La sangre devota (1916) y Zozobra (1919).

Nacido en 1888 en Jerez, Zacatecas, López Velarde fue abogado y trabajó como maestro, pero siempre estuvo más interesado en la escritura y no renunció a su vocación literaria. Casi nadie supo valorar el enorme talento que poseía cuando estaba vivo y murió sin saber que sus poemas los leerían miles de lectores de varios países y épocas. Su vida transcurrió en décadas de transición para México, pues el poeta pudo atestiguar los logros y fracasos del Porfiriato, así como los años de la Revolución y las contradicciones de sus primeros gobiernos.

El mismo año en que apareció su poema más célebre, López Velarde murió a los 33 años, el 19 de junio. El presidente Álvaro Obregón le dedicó tres días de luto nacional y el ministro de Educación, José Vasconcelos, mandó imprimir una edición de 60 mil ejemplares de la revista El Maestro con el poema “La suave Patria”.

A 100 años de su publicación, el poema tiene una sorprendente actualidad, una de las razones es esa amorosa ironía con la que ofrece su versión de una patria íntima y compartible, pues describió con singular belleza el entorno de su tierra natal y las riquezas naturales del territorio mexicano. “La suave Patria” está compuesto en 33 estrofas y 151 versos, está dividido en cuatro partes: “Proemio”, “Primer acto”, “Intermedio” y “Segundo acto”. En palabras que el propio autor exclamó en el poema escrito hace 100 años: “Suave Patria: permite que te envuelva en la más honda música de la selva”.

A partir de su muerte, la poesía de López Velarde no ha cesado de valorarse. En 1923 apareció El minutero, primera colección de sus artículos; en 1932 el Bloque de Obreros Intelectuales editó El son del corazón con los poemas posteriores a Zozobra; en 1952, Elena Molina Ortega publicó El don de febrero y otras prosas. Mientras que José Luis Martínez reunió todo lo anterior, enriqueciéndolo con textos no publicados en un amplio estudio titulado el volumen de sus Obras, editado por el Fondo de Cultura Económica en 1971, en su quincuagésimo aniversario luctuoso.

Muchos escritores, antes y después de él opinaron y escribieron del zacatecano. Pablo Neruda expresó que López Velarde: “Es el punto sin la coma. Aquel que descubrió la verdadera realidad de las cosas y de sí mismo a punta de metáforas y versos”. Mientras que Octavio Paz dijo en su semblanza del poeta: “Todo lenguaje, si se extrema como extremó el suyo López Velarde, termina por ser una conciencia. Y allí donde comienza la conciencia del lenguaje, la desconfianza frente al lenguaje heredado, principia la creación de uno nuevo. Principia la poesía. Y la palabra, cuando es creación, desnuda”.

Las imágenes y metáforas creadas por López Velarde provenían de manera abundante de los símbolos religiosos y, en menor medida, de la ciencia, además de tecnicismos de la vida moderna, de la anatomía humana y de palabras propias de la geometría y las matemáticas. Según Carlos Monsiváis, López Velarde es el poeta mexicano más nacional: "[...] más nacional significa la presunción ideológica de que una obra poética concentra la esencia de la comunidad, lo que jamás desaparecerá [...]".

POR BERNARDO NOVAL
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