ORBITANDO

Un año sin aprendizaje

Es verdad que casi todas las ramas de la economía están dañadas, pero arengar los viajes vacacionales es sólo un paliativo, que repercutirá a largo plazo

OPINIÓN

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Israel López Gutiérrez / Orbitando / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Resulta increíble que un año después de que estallara la pandemia de COVID-19 y como consecuencia, los confinamientos, algunos gobiernos y miles de ciudadanos se opongan o no respeten la sana distancia o el uso del cubrebocas, y que las tan ansiadas vacunas sólo estén en manos de unos cuantos.

Peor aún, en Estados Unidos –el país más afectado del mundo con casi 30 millones de casos y alrededor de 550 mil fallecimientos– hay por los menos una cuarta parte de su población que no se inoculará y una parte similar lo está pensando, pese a los esfuerzos del presidente Joe Biden, quien redobló la apuesta para sus primeros 100 días de gobierno, y ahora busca aplicar 200 millones de dosis.

Súmele lo que no puede esperar en EU, las vacaciones de primavera, Miami Beach se vio obligado a imponer un toque de queda para tratar de controlar a los miles de estudiantes en su camino a Florida para celebrar el llamado spring break, una tendencia que prácticamente anula casi cualquier esfuerzo para frenar los contagios. 

El problema es muy grave, el mundo ahora mismo está siendo sacudido por una tercera ola de contagios, aderezada con mutaciones que hacen que su control, ya no se diga su erradicación, sea muy difícil.

Francia, Italia, Polonia, Portugal y Reino Unido, entre otros, han registrado protestas en contra de confinamientos obligatorios de cara a la Semana Santa, pero si usted revisa el número de positivos en esos países se han logrado controlar, ahí se aplican multas o sanciones, de este lado del Atlántico, ni mencionarlo.  

Es verdad que casi todas las ramas de la economía están dañadas por la parálisis que provocan los confinamientos, y una de las más afectadas es la del turismo, pero arengar los viajes vacacionales es sólo un paliativo económico, que repercutirá a largo plazo.

Brasil es la nación latinoamericana que más secuelas va a tener en el corto, mediano y largo plazo en todos los rubros, un año después de que estallara la emergencia sanitaria, el presidente Jair Bolsonaro continúa oponiéndose a las cuarentenas, argumentado el daño económico que representa, no sólo eso, ha cambiado tres veces a su secretario de Salud, como si eso fuera la solución.

Hoy todos los días Brasil rompe récord de muertos –hasta de tres mil 600 en 24 horas–, fue necesario cerrar en Río de Janeiro las playas, bares, restaurantes y comercios para frenar a una multitud desenfrenada, casi encimadas unas con otras y sin cubrebocas. La pregunta es: ¿así cuándo van a salir de ese hoyo sanitario?

En el rubro de las vacunas, de poco ha servido su creación en tiempo récord, el jefe de la OMS puso el grito en el cielo y dijo que es “impactante" lo poco que se había hecho para garantizar la distribución equitativa en todo el mundo y así evitar lo que calificó como un "fracaso moral catastrófico”.

Los habitantes de los países ricos y de ingresos medios han recibido más o menos 90 por ciento de los casi 400 millones de vacunas que se han repartido hasta ahora. Muchos de los demás países tendrán que esperar años y por consecuencia nuestras vidas tardarán más en volver a una anhelada “normalidad”. 

POR ISRAEL LÓPEZ
COLABORADORISRAEL.LOPEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM

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